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A pesar de pertenecer al casco antiguo de la capital noruega, el barrio portuario de Bjørvika, que preside un ancón del fiordo de Oslo, queda segregado del resto del tejido urbano por grandes infraestructuras construidas a lo largo del siglo XX. El haz de vías que llega a la estación central y una vía rápida de intenso tráfico rodado impedían la relación directa del puerto con la ciudad y le conferían un carácter residual y degradado.Objeto de la intervención
Con el cambio de siglo, el Gobierno noruego decidió transformarlo en un barrio emblemático que constituyera el principal foco de equipamientos culturales de Oslo y que articulara la relación entre la ciudad y el fiordo. Junto con la creación del Museo de Edvard Munch, el primer escalón de esta transformación vendría dado por la construcción del Palacio de la Ópera y el Ballet Noruegos. Aparte de acoger la representación de óperas y conciertos de música clásica, el edificio debía incidir activamente en la revitalización del barrio de Bjørvika.Descripción
Accesibles a través de una pasarela peatonal que cruza la autopista adyacente, las cubiertas del nuevo palacio forman una serie de planos suavemente inclinados que emergen de las aguas del puerto y se elevan por encima de la sala de conciertos. Son plenamente transitables y están revestidas con placas de mármol de Carrara blanco. Su disposición genera varios espacios aptos para pasear, celebrar espectáculos al aire libre y contemplar espléndidas vistas sobre la ciudad y el fiordo.Valoración
Independientemente de la actividad que se esté realizando en el interior del edificio, sus cubiertas se han convertido en un atractivo y concurrido lugar de reunión. El dulce encuentro de sus planos inclinados con el agua ofrece a los visitantes la sensación de estar en una playa. La elevación que adquieren como resultado de esa inclinación les ofrece un espléndido mirador sobre la ciudad y el paisaje. La pendiente que permite alcanzar estos atributos, sin embargo, no supone la aparición indiscriminada de elementos de protección, sino que se despliega con toda naturalidad respetando la libertad y la inteligencia de los peatones. Con la majestuosa presencia de un iceberg, el nuevo palacio se erige como el símbolo de un nuevo Bjørvika que preside dignamente el encuentro entre la ciudad de Oslo y su fiordo.David Bravo | Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 29/03/2023]