Estado anterior
Con más de 165.000 usuarios diarios, la estación de Nørreport es el principal nodo de transporte público de Dinamarca. Confluyen en él, en tres pares de andenes subterráneos, las líneas M1 y M2 del metro, el S-tog —sistema de trenes suburbanos del área metropolitana de Copenhague— y múltiples trenes regionales e internacionales de la Danske Statsbaner (DSB), la red ferroviaria estatal. Está ubicada bajo la Nørre Voldgade, avenida que recorre el límite septentrional del núcleo histórico, allí donde había estado la puerta norte de la muralla, que, de hecho, da nombre a la estación.Abierta en 1918 y ampliada en 1934, la estación necesitaba una reforma urgente. La estructura que sobrevuela las vías estaba deteriorada. Los andenes, los pasillos y los vestíbulos tenían mala accesibilidad y estaban desgarbados y poco iluminados, mientras que el sistema de ventilación, insuficiente y obsoleto, no garantizaba la calidad del aire ante la circulación de trenes que todavía utilizan combustible diésel. A nivel de calle, el núcleo de accesos de la estación emergía en una acera atrapada en medio de dos calzadas de tráfico intenso y, por lo tanto, mal conectada con las calles comerciales del casco medieval adyacente, que son peatonales. En la misma acera central, las paradas de autobús estaban mal dispuestas y una multitud de bicicletas aparcadas dejaban poco espacio de paso. En definitiva, un batiburrillo ruidoso, humeante, incómodo e inseguro que, a pesar del número creciente de pasajeros de la estación, impedía que nadie la considerara un lugar amable y reconocible donde permanecer mucho rato.
Objeto de la intervención
La situación era impropia de Copenhague, una ciudad que lleva décadas combatiendo la hegemonía del vehículo privado con una apuesta decidida por una movilidad más justa y sostenible, basada en la bicicleta y el transporte público de calidad. Por este motivo, en el año 2009, la DSB, propietaria de las instalaciones, decidió destinar más de trece millones de euros a remediarlo. En colaboración con la Autoridad Metropolitana de Copenhague y el propio Ayuntamiento, se convocó un concurso para la renovación integral de la estación. La intervención no podía limitarse a la renovación urgente de las instalaciones subterráneas. Había que actuar también a nivel de calle, no solo para mejorar los accesos o la aportación de aire y luz natural al subsuelo, sino también para resolver el encaje de la estación dentro de la trama urbana. En primer lugar, era necesario que el entorno inmediato fuera seguro y saludable, pero también se quería que, en correspondencia con su importancia como infraestructura de transporte, se convirtiera en un lugar reconocible, legible y amable.Descripción
La reforma que ganó el concurso, obra del estudio local de arquitectura Gottlieb Paludan, lograba esos objetivos tanto por encima como por debajo de la cota de la calle. En el subsuelo, se rehízo la estructura y se renovaron los espacios de circulación, que cuentan ahora con unos niveles de ventilación, iluminación y accesibilidad ajustados a los requerimientos actuales. En la superficie, se optó por eliminar una de las dos calzadas para coches de la Nørre Voldgade, por lo que la acera donde emerge la estación, antes aislada, está ahora en contacto directo con las calles comerciales del casco medieval.Esta alfombra peatonal está pavimentada con losas de granito claro y lienzos de hormigón blanco, materiales sufridos, fáciles de limpiar y con poco mantenimiento. Por todas partes, la interrumpen manchas de contornos redondeados y dispuestas de modo que no obstaculicen los flujos naturales de los peatones. Son los aparcamientos de bicicletas, que proveen un total de 2.100 plazas. Unos cinco metros por encima de la alfombra, repartidas a lo largo de la avenida, hay seis cubiertas ajardinadas y de perímetros también redondeados. Están equipadas con paneles fotovoltaicos y tapizadas con plantas crasas (sedum) que absorben CO₂ y contribuyen a retrasar la escorrentía cuando llueve con intensidad. De las seis cubiertas, la de mayor superficie corresponde a la entrada principal de la estación de Nørreport. La identifican grandes letras luminosas y está provista de un buen porche en voladizo y de un vestíbulo completamente vidriado desde donde arrancan los ascensores y las escaleras mecánicas hacia los andenes. Las otras cinco cubiertas, de formas y tamaños diferentes, son porches que cobijan salidas de emergencia, algunas paradas de autobús y una parte considerable de los aparcamientos de bicicletas. Aquí y allá, la alfombra está atravesada por esbeltos cilindros de unos diez metros de altura. Son las torres de ventilación de la estación, hitos que de noche se iluminan como linternas y que simbolizan la centralidad metropolitana recuperada por ese lugar.
Valoración
Durante las décadas en las que el automóvil privado era dueño y señor del espacio público, Copenhague ha fue pionera en la defensa de una movilidad más justa y sostenible. A estas alturas, ya no tiene nada de extraordinario ver cómo las ciudades europeas ahuyentan los coches de sus centros históricos para cederlos a los peatones. Sin embargo, no es tan habitual que lo hagan fuera de los cascos antiguos o que la medida vaya acompañada de una apuesta decidida por la bicicleta y el transporte colectivo. Demasiado a menudo, bajo la aparente liberación de una plaza, por ejemplo, está la construcción de un aparcamiento subterráneo que sigue desviando grandes cantidades de dinero público hacia el coche.La estación de Nørreport confirma que la capital danesa sigue marcando el camino. En este subsuelo, la costosa inversión pública se ha dedicado al transporte colectivo y no al privado. En la superficie, el automóvil ha perdido la mitad del espacio en favor de los peatones y los ciclistas, que gozan ahora de todas las facilidades. Como resultado de una serie larga y coherente de actuaciones como esta, la ciudad cuenta con una óptima red de transporte metropolitano y con un número creciente de ciclistas habituales, que, pese a los rigores del clima escandinavo, ya superan los de todos los Estados Unidos. Son ellos quienes cada mañana hacen de Copenhague la capital mundial de la bicicleta.
David Bravo │ Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 29/06/2022]