Estado anterior
Puerta principal del comercio con Latinoamérica, Cádiz gozó de un gran esplendor cultural y económico hasta finales del siglo XIX. Su burguesía decimonónica, próspera, liberal y cosmopolita, reclamaba espacios de ocio y relación como el parque Genovés, que, aún hoy, es el jardín público más remarcable de la ciudad. Situado en el vértice noroccidental de la península gaditana, en primera línea de mar, el parque ofrece un pulmón verde a las calles estrechas y de tupida trama del barrio del Mentidero, en pleno casco histórico. La espectacularidad y el exotismo de sus especies vegetales, originaias de muy diversos lugares de América, son propias de un jardín botánico de primer orden.Sin embargo, los jardineros del parque no contaban con espacios adecuados para cambiarse y debían guardar las herramientas en construcciones precarias adosadas a un muro situado en el lado noroccidental del recinto. Era un muro alto y ciego, construido tiempo atrás para proteger la vegetación del parque de las inclemencias atmosféricas provenientes del mar abierto. Tenía una longitud total de unos ciento treinta metros, pero constaba de una sola puerta, habitualmente cerrada, y esto hacía que el parque quedara completamente desconectado del paseo marítimo de Santa Bárbara. Tras el muro, este paseo forma un ensanchamiento que, a pesar de sus buenas vistas sobre el mar, solo se utilizaba como aparcamiento al aire libre. Durante la primera década del siglo XXI, el Ayuntamiento hizo construir un aparcamiento subterráneo bajo la explanada. Ello sacó los coches de la vista de todos, pero puso de manifiesto la barrera que el muro ciego seguía interponiendo entre el paseo de Santa Bárbara y el parque Genovés.
Objeto de la intervención
En 2011, el Ayuntamiento de Cádiz decidió invertir cerca de dos millones de euros en una obra de mejora que resolviera definitivamente esa desconexión. En colaboración con el Colegio de Arquitectos de Cádiz, convocó un concurso internacional para reordenar la explanada de Santa Bárbara. El proyecto ganador, obra del arquitecto José Luis Bezos, proponía sustituir el antiguo muro de protección por un nuevo edificio que debía alcanzar diferentes objetivos. Por un lado, era necesario que mantuviera la función de barrera protectora de la vegetación del parque. Al mismo tiempo, debía facilitar su relación con el paseo de Santa Bárbara. También brindaba la oportunidad de mejorar las dependencias para los jardineros y los servicios para el público en general.Descripción
El edificio de protección del parque Genovés, de casi dos mil metros cuadrados, constituye un cuerpo alargado, de dos plantas de altura. Zigzaguea cubriendo la longitud total del muro precedente, pero se desvía de su trazado original para buscar la estructura del aparcamiento subterráneo preexistente, que lo sostiene, y sus accesos, que ahora están embebidos dentro del edificio. El piso superior contiene despachos y espacios culturales abiertos al público. Sus fachadas no presentan aberturas y están revestidas de paneles de policarbonato translúcido que de noche se pueden retroiluminar. Transmiten una sensación de ligereza aunque sean completamente opacas. La planta baja, en cambio, es mucho más transparente: cuenta con cinco porches transversales de anchura generosa y sus dependencias interiores presentan grandes superficies vidriadas. En esta planta hay vestuarios para los jardineros, almacenes para guardar las herramientas y baños públicos.La cubierta del nuevo edificio, transitable y accesible desde la calle, constituye un paseo elevado con vistas sobre la vegetación del parque, sobre la explanada y al mar abierto y la boca de la bahía de Cádiz. A ambos extremos del edificio, rampas de pendiente suave permiten a ciclistas y peatones el acceso al mirador de la cubierta. Enfrente, la nueva explanada de Santa Bárbara se ha equipado con parterres vegetales, zonas deportivas y áreas de juegos.
Valoración
La aparente ligereza del piso superior, la permeabilidad de la planta baja y el zigzagueo de su trazado evitan que el nuevo edificio de protección del parque Genovés reproduzca la contundencia tosca y sorda del muro que le precedía. Por el contrario, la construcción escucha a su entorno. Con un solo gesto, responde a los múltiples requerimientos que le llegan de todas partes: desde el parque —la protección de la vegetación, las entradas al recinto y las dependencias accesorias—, desde la explanada —las vistas hacia el mar—, desde el mirador de la cubierta —las rampas de subida y bajada— o desde el subsuelo —los accesos al aparcamiento y los requerimientos de su estructura—. Bien es cierto que los centros históricos se pueden liberar del tráfico sin necesidad de costosos aparcamientos subterráneos. En cualquier caso, ahora, los niños juegan en una explanada verde y bien conectada donde antes solo había coches.David Bravo │ Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 18/06/2018]