Estado anterior
Las Cañadas Reales son vías pecuarias que, desde la antigüedad, recorren la Península Ibérica de norte a sur y que, en el siglo XIII, fueron especialmente protegidas por el rey Alfonso X. La protección real, que establecía una anchura libre de setenta metros a lo largo de más de quinientos kilómetros, permitió que se preservaran hasta la actualidad como corredores verdes de titularidad estatal. Aunque la trashumancia que les daba sentido ha ido desapareciendo, hoy en día son muy usadas por ciclistas y excursionistas y también ejercen la función de conectores ecológicos, por lo que están en proceso de ser admitidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.Una de las diez más importantes es la Cañada Real Galiana, que discurre desde la comunidad autónoma de La Rioja hasta el municipio de Ciudad Real. Sin embargo, el carácter natural de esta vía se desvanece a su paso por Madrid, en un tramo de unos quince kilómetros de largo que alberga el mayor asentamiento informal de la capital española. En los años sesenta, el régimen franquista permitió la plantación de huertos y la edificación de pequeñas construcciones agrícolas en este tramo de Cañada, que Madrid comparte con los municipios de Coslada y Rivas-Vaciamadrid. Desde entonces, las olas migratorias que ha recibido la ciudad y la falta de vivienda para acogerlas han provocado la proliferación de cientos de chabolas en un poblado lineal que se ha convertido en un foco de marginación, de insalubridad y de inseguridad. Las infraviviendas, en gran parte carentes de luz y agua, conviven con los vertederos ilegales de escombros y las inundaciones periódicas. A la falta de transporte público y la abundancia de niños sin escolarizar se suma la presencia, en un tramo de dos kilómetros designado como «Sector 6», del mayor punto de venta de droga de todo Madrid.
En la última década, las redadas policiales y el derribo selectivo de chabolas aparentemente desocupadas han agravado la inseguridad jurídica de unos habitantes que se sienten desatendidos por las administraciones públicas. En 2009, el Gobierno español y el de la Comunidad de Madrid desafectaron el tramo madrileño de la Cañada, que ha perdido su condición de suelo no urbanizable y especialmente protegido por sus valores naturales e históricos y ha pasado a ser considerado un sector urbano ilegalmente edificado. Desde entonces, la potestad sobre su planeamiento urbanístico recae en los tres municipios afectados, Madrid, Coslada y Rivas-Vaciamadrid, pero la estrategia a seguir se ha polarizado entre dos posturas contrapuestas. Por un lado, hay quien defiende el derribo total del asentamiento, la restitución de los valores naturales del lugar y el realojamiento de sus ocupantes. Por el otro, están los que pretenden asimilar el poblado al resto del tejido urbano, legalizar sus edificaciones y dotarlo de todos los servicios municipales.
Objeto de la intervención
A medio camino entre estas dos posturas, las asociaciones de vecinos de los cinco sectores que no acogen el mercado informal de drogas, con el apoyo de varias organizaciones no gubernamentales y asesoradas por un colectivo de arquitectos, pusieron sobre la mesa una solución alternativa llamada «Plan Cañada 2.0». Con este nombre deseaban reflejar el carácter participativo de un proceso que quería fijar sus demandas con un grado de consenso suficiente para abrir un diálogo con las diferentes administraciones. Sin negar la necesidad de restablecer la continuidad del corredor verde, los impulsores de este plan alternativo defendían el mantenimiento del asentamiento como la solución más sostenible desde los puntos de vista económico, ecológico y social.Para empezar, lanzaron una campaña de sensibilización de la opinión pública que, bajo el lema «La Cañada es real», jugaba con las palabras que componen el topónimo del lugar para reclamar el reconocimiento de una situación existente desde hace varias décadas. También se elaboró un anteproyecto de rehabilitación del poblado que exploraba diferentes soluciones piloto para equiparlo y mejorar las condiciones de sus viviendas. El propio proyecto preveía hacer compatible el asentamiento con el paso de la vía pecuaria a través de la concatenación de una serie de nuevos espacios públicos vertebrados por un paseo longitudinal para ciclistas y peatones.
Descripción
Pero la voluntad de los vecinos era trascender el papel y ponerse manos a la obra en la implementación de una serie de actuaciones físicas fundamentadas en la participación y la autoconstrucción. Estas dos metodologías evitarían imposiciones despóticas y estimularían la implicación de los residentes. Así, se llevaron a cabo cinco actuaciones en diferentes puntos del territorio. Dado que los recursos eran muy limitados, las intervenciones son de pequeña escala y están hechas con materiales reciclados. Una de ellas consistió en la instalación de una oficina de asesoramiento jurídico, donde abogados voluntarios apoyan a vecinos afectados por órdenes de desalojo. Se trata de una unidad móvil ligera y desmontable que se instala en diferentes lugares del asentamiento. Otra intervención coronó una colina cercana con grandes letras blancas que rezan el topónimo «CAÑADA REAL». Similares a los famosos caracteres de Hollywood Hills, en Los Ángeles, constituyen un reclamo de identidad visible desde la adyacente M-50, una de las autopistas de circunvalación del área metropolitana de Madrid. También se equipó con una grada el campo de fútbol existente, una instalación gestionada por la asociación El Fanal, que utiliza el deporte como herramienta para la integración de los jóvenes. En otro lugar, la yuxtaposición de dos contenedores reciclados sirvió para dar cabida al banco de alimentos, que se ha convertido, además, en un espacio multifuncional y un centro logístico. Por último, la creación de la llamada «plaza Cañada» permite celebrar encuentros y festejos vecinales. El espacio se ha equipado con juegos infantiles y pérgolas de protección solar, con la voluntad de ir añadiendo más elementos a lo largo del tiempo.Valoración
La participación en la toma de decisiones y la autoconstrucción de las soluciones constituyen una doble estrategia que ha aportado múltiples beneficios al poblado de la Cañada Real. Por un lado, ha fomentado el aprendizaje colaborativo a la hora de establecer consensos y compartir experiencias, por lo que ha servido para cohesionar a un vecindario muy fragmentado de más de ocho mil habitantes. Por el otro, ha propiciado la apropiación de los espacios creados por parte de sus usuarios, que se han hecho responsables de su concepción, implementación y gestión. También ha contribuido a que se forjara la identidad colectiva de un territorio marginal y estigmatizado que ahora tiene mayor visibilidad ante la opinión pública. Por último, ha reforzado el empoderamiento ciudadano de una población que ha ganado confianza en sí misma a la hora de proponer alternativas para intervenir en su propio entorno y de defenderlas ante la Administración.Gracias a todo ello, la unidad de los vecinos y la fuerza de su movilización han empujado a las autoridades a escuchar sus demandas y a iniciar un diálogo. El gobierno autonómico y los tres ayuntamientos afectados han empezado a firmar acuerdos que contemplan la legalización del asentamiento. A la espera de que haya suficiente voluntad política para invertir los fondos públicos necesarios, se han sentado las bases para que la comunidad siga reclamando la rehabilitación de su poblado y la restauración de los valores naturales de la Cañada Real.
David Bravo
Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 29/06/2023]