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El Vinalopó es un río esmirriado a su paso por Elche. Los regadíos de aguas arriba y un régimen de lluvias muy inconstante solo lo dejan fluir a raudales en otoño, cuando lleva riadas repentinas que han esculpido, a golpe de desprendimiento, un cauce de laderas pronunciadas. En los años setenta, una importante obra de ingeniería civil acabó con sus desbordamientos, pero también con la red de senderos por donde los vecinos de la orilla derecha accedían al adyacente Palmeral, una vasta concentración de arecáceas declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La canalización dividió la ciudad en dos mitades, solo conectadas por algunos puentes demasiado distantes entre sí. Reducida a la condición de vertedero, la torrentera se convertiría en un hoyo marginal al que la ciudad daba la espalda.Objeto de la intervención
En 2009, el Ayuntamiento convocó un concurso para convertir el cauce del río en un parque lineal de tres kilómetros de largo y con una superficie de sesenta hectáreas. La gestión del proyecto sería compleja, ya que requeriría la concurrencia del consistorio con administraciones de naturaleza y alcance muy diferentes, como la Confederación Hidrográfica del Júcar, varias consejerías del Gobierno valenciano, la Comunidad de Regantes de la Acequia de Marchena o la compañía de Aguas de Elche. En el sentido transversal, se trataba de que el accidente geográfico, que constituía un boquete de cuarenta metros de profundidad, dejara de ser una barrera entre ambas orillas. Por otra parte, en el sentido longitudinal, era necesario que se convirtiera en un corredor que ofreciera a los habitantes de Elche la posibilidad de desplazarse en poco tiempo hasta la periferia septentrional, donde podían disfrutar de unos parajes naturales con una alta calidad ambiental.Descripción
La primera fase de la obra se ejecutó en el tramo superior del río, donde la degradación social de los barrios y la escasez de puentes más lo requerían. Una oficina temporal instalada cerca del cauce recogía entre los vecinos datos sobre los lugares de paso más solicitados. Así se trazó una red de senderos que darían al lugar el nombre de «El valle trenzado». Resueltos con tendidos de hormigón claro, los caminos se entrecruzan por ambas vertientes, que se han replantado con vegetación autóctona, y los afianzan para evitar desprendimientos. Antes de topar con el cajón del canal, los senderos se elevan formando dos pasarelas en Y. Las estructuras son del mismo hormigón, con barandillas estructurales, y reposan sobre haces de pilares metálicos que se confunden con los troncos de los árboles y las hacen parecer más ligeras.Valoración
En el año 2011, las elecciones municipales truncaron el desarrollo de las demás fases del proyecto. Antes de que la primera fase estuviera terminada, el nuevo gobierno municipal detuvo las obras de un proyecto heredado que no sentía como propio. «El valle trenzado» aún no se ha inaugurado oficialmente, pero los vecinos se han apropiado del mismo de forma espontánea. Con la misma espontaneidad, los senderos del río desobedecen la ortogonalidad de la trama urbana y se anticipan a los recorridos que el sentido común de los caminantes dibujaría sobre un parterre mal situado o una ciudad nevada. Ojalá el sentido común reanude las obras de este parque que ya recose los barrios por los que pasa y los conecta con los parajes naturales del norte de Elche.David Bravo │ Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 03/04/2019]
