Estado anterior
Fruto de la vasta transformación que Georges-Eugène Haussmann emprendió durante la segunda mitad del siglo XIX, la plaza de la République es una de las más importantes de París. No solo por su nombre, que hace de ella el epicentro simbólico de las manifestaciones sindicales y de la izquierda o por su tamaño, que la convierte en un escenario prominente dentro del imaginario colectivo parisino. También, por su posición neurálgica dentro de la red de movilidad de la capital francesa, pues confluyen en ella tres distritos de la ciudad, cinco líneas de metro y varias arterias de primer orden, como los bulevares Voltaire, del Temple, Magenta o Saint-Martin.Sin embargo, como ocurre con la Étoile, la Concorde, la Bastille o la Nation, la plaza de la République terminó el siglo XX convertida en una gran rotonda circulatoria. Dos tercios de su superficie rectangular, de más de doscientos ochenta metros de largo por casi ciento veinte de ancho, estaban a disposición del tráfico rodado. Los peatones apenas se atrevían a transitar por sus márgenes y la fuente de Château-d’Eau, que la preside con sus veinticinco metros de altura, quedaba empequeñecida y relegada a la mera función de decorar el centro de giro.
Objeto de la intervención
En el año 2010, el Ayuntamiento de París decidió destinar doce millones de euros a la reforma de la plaza. El principal objetivo de la intervención era conjugar su relevancia metropolitana con la calidad de vida de los cuatro barrios que confluyen en ella, Arts-et-Métiers, Enfants-Rouges, Porte-Saint-Martin y Folie-Méricourt. La apuesta pasaba por una racionalización del tráfico que tuviera en cuenta otros tipos de movilidad más allá de la del vehículo privado y, particularmente, para invertir la proporción existente entre la superficie destinada al coche y la dedicada a los peatones. Se trataba de generar un espacio amplio que permitiera una gran variedad de usos ciudadanos y que reforzara el símbolo republicano de la plaza. La propuesta se gestó a lo largo de un proceso consultivo que, a través de actos públicos y talleres temáticos organizados por el consistorio, tomó en consideración las demandas de los residentes y los comerciantes locales.Descripción
La reforma llevada a cabo ha ampliado a casi dos tercios la superficie dedicada a los peatones, que ocupa dos hectáreas en la parte más soleada de la plaza, en el lado nororiental. El tercio destinado al tráfico rodado, en cambio, se concentra en la parte sombría, en el lado sur-occidental. De este modo, los bulevares del Temple y de Saint-Martin tienen continuidad a través de una vía de dos sentidos, mientras que el resto de arterias que confluyen en la plaza deben bordear la zona central pacificada. Los barrios de Porte-Saint-Martin y Folie-Méricourt se asoman directamente a la zona peatonal, mientras que los de Arts-et-Métiers y Enfants-Rouges, más céntricos, deben atravesar la vía transitada por los coches.La fuente de Château-d’Eau preside ahora una superficie amplia y versátil, pavimentada con losas prefabricadas de hormigón claro, que reflejan los rayos solares, por lo que se calientan menos en verano. Con la misma voluntad de mejorar el confort térmico, también se han plantado árboles que ofrecen zonas de sombra, se ha espesado la vegetación de la parte norte para proteger la plaza de las corrientes de aire invernal y se han dispuesto láminas de agua que refrigeran las brisas estivales. En el lado septentrional, se ha instalado un quiosco con una cafetería donde se organizan periódicamente tertulias y conferencias.
Valoración
A pesar de su escala y centralidad, la relevancia de esta intervención puede no resultar igualmente evidente a ojos de todos. Europa lleva décadas apostando por el transporte público, liberando sus plazas históricas del vehículo privado y restituyéndolas como escenarios de la vida ciudadana. El caso es que, cuando se hizo público el proyecto de arrebatar la plaza de la République al coche y ofrecerla a los peatones, se levantó mucha polvareda en los medios de comunicación. No eran pocos los apocalípticos que alertaban del subsiguiente colapso circulatorio de la capital francesa. Pero, una vez terminada la reforma, no solo París no se ha colapsado, sino que ha dado un notorio paso adelante en la apuesta por una movilidad más justa y sostenible. Ojalá otras plazas igualmente neurálgicas y simbólicas como la Étoile, la Concorde, la Bastille o la Nation sigan su camino.David Bravo │ Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 21/01/2022]