Estado anterior
No es habitual que una ciudad marítima desaproveche tanto su propia costa como lo ha hecho Tallin durante más de un siglo. Esta negligencia continuada se manifestaba de forma especial en Kalamaja («Casa del pescado»), uno de los barrios portuarios más antiguos de la capital estonia. Su relación con el mar Báltico quedó interrumpida a principios del siglo XX, cuando se construyó una base naval que se convertiría en un punto estratégico en la frontera occidental de la Unión Soviética. La base permanecería activa hasta 1940, momento a partir del cual se convertiría en un arsenal militar. Décadas después de la caída del bloque soviético, la costa de Kalamaja seguía siendo un páramo de acceso restringido.Entre las instalaciones de la base naval, aún se conserva el hangar de hidroaviones, diseñado por la ingeniería danesa Christian & Nielsen durante la Primera Guerra Mundial. De planta rectangular, el edificio consta de un único espacio interior, diáfano y de gran altura, cubierto por tres inmensas cúpulas de hormigón armado. Son estas estructuras, pioneras en su tiempo, las que convirtieron el hangar en todo un hito en la historia de la ingeniería. Tienen base cuadrada, de unos treinta y cinco metros de lado, y un espesor excepcionalmente delgado, de solo ocho centímetros. Milagrosamente conservadas a lo largo de numerosas guerras, las cúpulas estaban al borde del colapso a principios del siglo XXI. Habían perdido la mitad de su espesor en varios puntos y buena parte de sus armaduras estaban oxidadas y a la vista. Además, los terrenos de los alrededores estaban contaminados y, en los muelles del lado norte, diezmados por las olas, había varios barcos escorados.
Objeto de la intervención
En 2009, tras ganar varios litigios contra ex oficiales soviéticos que reclamaban la titularidad del emplazamiento, el Ayuntamiento de Tallin vio en la reforma del hangar una doble oportunidad. Por un lado, había que salvar un monumento de gran valor patrimonial antes de que se perdiera para siempre. Por el otro, el edificio ofrecía un continente amplio, actualizado y coherente con la colección del Museo Marítimo de Estonia (Eesti Meremuuseum), apretujada en un viejo edificio del casco histórico.La previsión de que Tallin se convirtiera en Capital Europea de la Cultura en 2011 terminó de impulsar el traslado del museo al hangar del puerto, operación que contaba con el apoyo de una partida de más de catorce millones de euros aportados por el ayuntamiento, el Gobierno estonio y la Unión Europea. La reforma, que afectaría tanto al edificio como a su entorno, debía contribuir a reconciliar de una vez por todas la ciudad con el mar. Esta reconciliación pasaba por convertir la antigua zona restringida en un frente marítimo de libre circulación y por insertar nuevos usos que activaran un lugar durante demasiado tiempo olvidado.
Descripción
Las tres cúpulas del hangar de hidroaviones fueron sometidas a una escrupulosa restauración. El óxido de las armaduras se hizo saltar con mangueras de alta presión y las grietas del hormigón se rellenaron con cemento expansivo. La superficie que cubren se mantuvo como un espacio único, potente y versátil. Aun así, se colgaron pasarelas metálicas para organizar el recorrido expositivo en tres niveles. En el inferior, están los submarinos, entre los que destaca el EML Lembit (1936), la única embarcación de la flota estonia previa a la Segunda Guerra Mundial que ha sobrevivido hasta hoy. En el nivel intermedio, están las embarcaciones de superficie, mientras que, arriba, bajo las cúpulas, se exponen los hidroaviones, entre los que se conserva uno de los más antiguos del mundo. Bajo una de las tres cúpulas, se ha liberado un espacio limpio que permite acoger conferencias y proyecciones.En la fachada oriental del hangar, hay tres grandes aberturas cubiertas con puertas abatibles. Cada hora, se abren automáticamente, inundando el interior de luz natural y haciendo visibles sus artefactos náuticos desde la explanada exterior. Los terrenos de este espacio, que ahora están siempre abiertos al público, se han descontaminado y se han instalado en ellos bancos de madera y farolas metálicas. También se ha extendido un pavimento de granito que se interrumpe para reservar algunos parterres de césped y que presenta franjas circulares concéntricas de dos tonalidades de gris. Estas franjas convergen en el centro de la antigua plaza de armas, un espacio cuadrado situado entre la fachada norte del hangar y su muelle. Ahora es una plaza preparada para acoger actos multitudinarios al aire libre y hace las veces de vestíbulo de llegada de los muelles, donde se ha abierto un paseo portuario que muestra más embarcaciones e hidroaviones. Algunos de ellos forman parte del fondo del museo; los otros son particulares y están en uso, de modo que, cotidianamente, aportan actividad náutica al lugar.
Valoración
A Tallin aún le queda mucho trabajo por delante si quiere terminar de abrirse al mar. Pero, de momento, la ciudad ya ha dado un paso importante en el buen sentido. Inaugurado en mayo de 2012, el tramo de frente marítimo de Kalamaja se ha convertido en un lugar emblemático que ya ha recibido la visita de un tercio de los estonios. Como muestra de ello, en 2013 se celebró el festival «Días marítimos de Tallin», que congregó a más de 160.000 visitantes.El traslado del antiguo Museo Marítimo hacia el hangar de hidroaviones ha sabido sacar el mejor partido de dos preexistencias. La operación establece una simbiosis perfecta entre un contenido y un continente que se necesitaban mutuamente. Por un lado, el fondo del antiguo museo ha sido puesto en valor en unas instalaciones más amplias y actualizadas y en un contexto mucho más coherente con el mundo de la náutica. Por el otro, se ha salvado del colapso un edificio de alto valor patrimonial que, precisamente, vuelve a desempeñar su función originaria de cobijar hidroaviones.
David Bravo
Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 18/06/2018]