Estado anterior
El Citytunneln (Túnel de la Ciudad) es una flamante infraestructura de transporte público ferroviario que desde 2010 facilita la vida a los 87.000 viajeros que la utilizan a diario. Combina trenes locales, regionales e internacionales y cruza el subsuelo de la ciudad para conectar la estación de Öresund, al sur, con la antigua Estación Central, al norte.Una de sus peculiaridades más relevantes es el hecho de que los anuncios comerciales están prohibidos en todos sus espacios. La medida ha dejado a disposición del arte público un gran número de concurridos espacios de circulación. La administración de Citytunneln ve en las instalaciones artísticas un aliado estratégico, puesto que considera que pueden contribuir activamente al bienestar de sus usuarios. Ello fomenta el uso del transporte público y disminuye el uso del vehículo privado, efectos plenamente coherentes con las directrices establecidas por el plan urbano de Mälmo en pro de la sostenibilidad económica y ecológica.
Objeto de la intervención
Por estos motivos, promueve la instalación de obras artísticas en los espacios públicos de Citytunneln. Lo hace en colaboración con el Consejo Nacional del Arte Público de Suecia, que supervisa la calidad de las obras y la libertad creativa de sus autores. Fruto de un concurso público convocado por ambas entidades, la instalación denominada Annorstädes (En otro lado) fue elegida para ocupar la Estación Central, que debía ser reformada para adecuarse a la llegada del Citytunneln.Descripción
La instalación artística y la reforma de la estación se concibieron simultáneamente y de modo coordinado. La integración del artista en el equipo de arquitectos e ingenieros que proyectaba la reforma de la estación garantizó la necesaria coherencia entre continente y contenido.Annorstädes consiste en la representación monumental de los paisajes filmados desde el interior de un tren en movimiento. Cada uno de los dos muros de contención que definen el túnel de la estación da soporte a veinticinco pantallas de cerca de cinco metros de ancho por más de dos y medio de altura, sobre las que se proyectan las filmaciones de forma sincronizada. El efecto resultante de esta configuración hace que las pantallas parezcan las ventanas de un vagón en movimiento (la estación entera) que cruza lentamente paisajes de todo el mundo.
De acuerdo con la política municipal de ahorro energético, las proyecciones se limitan a una duración media de dieciséis horas diarias, que coinciden con los flujos máximos de las horas punta (nutridos de 37.000 de los 40.000 usuarios totales). Formadas por 1.300 secuencias de paisajes distintos, están programadas de forma que un viajero de asiduidad diaria y horarios constantes, observándolas cada día durante un tiempo de espera medio de cuatro minutos, tardaría dos años en ver dos veces la misma imagen. Su movimiento está ralentizado para resultar parsimonioso y relajante.
Valoración
Annorstädes es un ejemplo de la amplitud de efectos beneficiosos que las instalaciones artísticas, a menudo despreciadas como anecdóticas, pueden tener sobre la realidad urbana. Los paisajes que cruza esta estación no solo dan sentido poético a la espera cotidiana de miles de viajeros. También contribuyen a disuadirles de desplazarse en vehículo privado, de modo que atenúan las nefastas consecuencias de su uso masivo, como la polución generada por el consumo de combustibles fósiles o la dispersión de los tejidos urbanos.Sin embargo, quizá uno de los beneficios sociales más remarcables de Annorstädes es su explícita voluntad de combatir la propaganda comercial, que desde los espacios públicos de tantas ciudades europeas incita a un consumo masivo e irresponsable, generando situaciones tan absurdas pero usuales como la de un autobús que anuncia un coche. Pero la batalla de Annorstädes no se limita a sustituir la publicidad que lucía en la estación antes de su reforma. Por un lado, sus autores han tenido cuidado de borrar digitalmente cualquier rastro de anuncio en los paisajes proyectados. Por el otro, han obviado a propósito cualquier indicación acerca del origen de los parajes. Lamentada por algunos pasajeros curiosos, esta medida pretende evitar la propaganda turística. Asimismo, mantiene un cierto grado de misterio que a menudo motiva el inicio de conversaciones entre pasajeros desconocidos (hecho bastante insólito en el contexto cultural escandinavo) que se interrogan intrigados sobre la procedencia de los paisajes.
Por último, el espíritu no comercial de la instalación se trasluce en la libertad con la que se permite que el público fotografíe y filme el contenido de las proyecciones. Con una lógica afín a los principios de la cultura compartida, los autores y promotores de esta instalación celebran que las fotografías y las filmaciones sean subidas y divulgadas en la red.
David Bravo │ Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 18/06/2018]