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La calle Saint Blaise recorre el 20º arrondissement de París, un distrito caracterizado por la densidad urbana y la diversidad cultural. El proceso de degradación que ha sufrido este eje peatonal en los últimos años ha supuesto la pérdida de usos públicos, el cierre de comercios y el aumento de la segregación social y de la inseguridad de los niños y las personas mayores. En el número 56 de la misma calle hay un pasaje que fue cerrado en los años ochenta a raíz de la construcción de un bloque residencial. Desde entonces, este espacio no edificable había permanecido cerrado y abandonado.Objeto de la intervención
En una inusual asociación entre administración pública, organizaciones locales, profesionales y residentes, se organizó una consulta abierta para discutir públicamente las sugerencias, las posibilidades y los recelos que despertaba el pasaje. De ahí surgió la idea de crear un espacio de gestión colectiva que pudiera alojar encuentros, proyecciones, talleres, juegos, intercambios comerciales y actividades que girasen en torno a la gastronomía y la horticultura.Descripción
Desde el primer momento y a lo largo de un proceso participativo continuo y abierto, se utilizaron instalaciones temporales, dispositivos tecnológicos y actos colectivos para dar a conocer las diferentes propuestas arquitectónicas y someterlas al juicio de los vecinos. Este sistema de trabajo, que contó con el asesoramiento y la mediación de técnicos especializados y permitió elaborar un proyecto al mismo tiempo riguroso y consensuado, se prolongó durante las obras de construcción, que tuvieron un coste mínimo y se llevaron a cabo con materiales reciclados recogidos por los propios vecinos.El resultado es una construcción de madera que cuelga entre los dos espacios que flanquean el pasaje para constituir un umbral entre el espacio público y un jardín público de doscientos metros cuadrados. La construcción, que tiene la cubierta ajardinada, contiene una oficina verde desde la que se gestionan las actividades propias del jardín, que es un huerto con parcelas de cultivo colectivo. El conjunto cuenta con paneles solares, baños de compost y un sistema de recogida y acumulación de aguas pluviales, de modo que produce casi toda el agua, el abono, los alimentos y la energía que consume.
Valoración
El «Passage 56» refuerza la idea de que el espacio público no culmina en la construcción física de un objeto diseñado, sino que se desarrolla continuadamente en una producción social, cultural y política. El tejido social del barrio se ha visto revigorizado antes, durante y después de la construcción colectiva de este lugar de encuentro. Aquí, el cliente no precede a la intervención, sino que emerge paulatinamente en el grupo de usuarios que la gestiona, como una prueba irrefutable de que las prácticas ecológicas cotidianas pueden transformar las actuales relaciones espaciales y sociales en una metrópolis densa y culturalmente diversa.David Bravo
Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 18/06/2018]