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Con un kilómetro y medio de longitud, el paseo marítimo de la playa de poniente transcurría paralelamente a cuatro carriles de tráfico rodado y una hilera de aparcamientos en superficie. Una intervención de los años setenta lo cubrió con un pavimento mediocre y lo resiguió con una pesada balaustrada de hormigón de 1,2 m de altura que entorpecía visiblemente la visión del mar. El acceso a la arena de la playa sólo tenía lugar cada doscientos metros, a través de ostentosas escaleras imperiales.Objeto de la intervención
En 2002, el Ayuntamiento de Benidorm y la Generalitat Valenciana decidieron destinar una inversión de más de diez millones de euros a la reforma de este paseo. Se convocó un concurso para hallar una solución arquitectónica con la fuerza suficiente para ordenar la abrupta fachada marítima. En el sentido transversal, la intervención debía mejorar la accesibilidad a la playa y la relación visual entre la ciudad y el mar.Descripción
El nuevo paseo reduce la superficie urbanizada y constituye una compleja franja de transición entre los rascacielos y la playa. Se estructura sobre una sinuosa sucesión de muros de hormigón blanco que delimitan terrazas, jardineras, escaleras y rampas. Tienen una geometría aparentemente caprichosa de superficies regladas cóncavas y convexas que en realidad responden a un estricto sistema modular. La jardinería y el juego colorista del pavimento llenan los lienzos que separan los muros en su ir y venir ondulante. Se han reducido a dos los carriles de tráfico rodado y se ha construido un aparcamiento que recorre longitudinalmente el subsuelo. Se han eliminado las barreas arquitectónicas y se ha mejorado sensiblemente la accesibilidad a la playa a través de un buen número de escaleras y rampas.Valoración
Cada vez más, Benidorm se postula como un paradigma urbano dentro de la industria masiva del turismo. Su extremada densidad se concentra en una porción de suelo que resulta significativamente pequeña en comparación con las grandes extensiones de territorio que consumen otros modelos más dispersos, de ocupación esporádica y mantenimiento casi inviable. Es precisamente la densidad lo que permite concentrar grandes inversiones públicas en intervenciones como ésta. Sus formas coloristas y ondulantes, teñidas de reminiscencias de los jardines de Antoni Gaudí o de Burle Marx, despliegan una potencia icónica que abarca los rascacielos del frente marítimo para ordenarlos en un cuerpo unitario.David Bravo
Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 05/09/2024]