Estado anterior
Situado en la costa este de la península de Jutlandia, Århus es el principal puerto de Dinamarca. Entre la avenida que resigue el frente marítimo y el ramal portuario del ferrocarril, hay una dársena usada en otros tiempos para apilar grandes montones de carbón importado. Su superficie, que hoy en día se utiliza como aparcamiento de las vecinas oficinas municipales, está aún atravesada por una estructura porticada de hormigón que probablemente servía de soporte a las grúas que cargaban el carbón. Su presencia, al mismo tiempo lúgubre y monumental, confiere al lugar un carácter residual, pero también le da el encanto que suelen tener las instalaciones industriales abandonadas. En cualquier caso, a pesar de ser inaccesible, su cornisa ofrece una de las mejores vistas sobre la ciudad.Objeto de la intervención
A los autores de esta intervención no les pasó inadvertida la coincidencia significativa de un escenario tan underground con la oficialidad de su actual usuario: los arquitectos y urbanistas municipales que lo utilizan para aparcar sus vehículos. Con un presupuesto de 1.500 euros de origen indefinido, se propusieron la construcción de un objeto poético llamado «Parasitten» y dotado de la carga reivindicativa de un manifiesto. En términos generales, la instalación intentaba provocar una reflexión crítica acerca de la pertinencia, los motivos y los efectos del planeamiento urbanístico y los actuales reglamentos de la edificación. En términos más concretos, quería ser un alegato en favor de la conversión del lugar en un parque público. En última instancia, pretendía abrir el acceso a la parte superior de la estructura porticada y ofrecer el panorama de la ciudad a quien deseara subirse a ella.Descripción
Construido en nueve días, sin trazado de planos ni licencia de obras, el «Parasitten» es una secuencia de tres terrazas con formas y niveles diferentes y fijadas en el hormigón de la estructura porticada. La terraza inferior, de 2 metros cuadrados, descansa sobre el suelo; la intermedia, de 25 metros cuadrados, está a un nivel de 5 metros; la superior, de 10 metros cuadrados, corona la estructura preexistente a 10 metros de altura.Cada terraza está constituida por una tarima de tablas de madera, soportada por un entramado de perfiles metálicos. Pese a su altura, no cuentan con ninguna barandilla de protección. Ello no parece tan temerario cuando se tiene en cuenta que para acceder a las terrazas superiores hay que escalar las pilas de la estructura porticada con la única ayuda de unas armaduras en forma de herradura que se han empotrado en el hormigón.
Valoración
Con la actitud entusiasta y espontánea de los niños que construyen una casa en lo alto de un árbol, los autores y promotores de esta instalación han ofrecido desinteresadamente a la ciudad un rincón resguardado e íntimo en el que conversar o meditar mientras se goza de una nueva vista panorámica. A partir de una acción casi clandestina, más alegal que ilegítima, se ha suplantado la responsabilidad para con el espacio público que los ayuntamientos tienen pero que no siempre ejercen. Sin embargo, dejando de lado la pertinencia de su mensaje reivindicativo y de su procedimiento insurrecto, las terrazas tienen una utilidad pública real: se utilizan para escalar, para columpiarse, como mirador o como andamio para llenar de grafitis la estructura porticada del puerto de Århus.Más que parasitaria, la relación que el «Parasitten» establece con esta estructura es simbiótica. Tanto el uno como la otra salen mutuamente beneficiados de ella. Es evidente que la instalación obtiene de su huésped el provecho de un soporte elevado que le brinda buenas vistas. Pero, a su vez, la estructura recupera aquello por lo que fue concebida: la utilidad. Remarcados por la nueva y extraña presencia, sus restos inertes han recobrado la vida –los parásitos habitan sólo en seres vivos– y han sido puestos en valor. De repente, después de años de indiferencia, alguien se ha fijado en ellos –tanto visual como estructuralmente– y ha proclamado sus cualidades. En efecto, sin la intervención de los urbanistas municipales –pero en su presencia– la estructura de hormigón ha sido recalificada. Ahora queda esperar que se le reconozca oficialmente la merecida capacidad de presidir algún tipo de espacio público con más pretensiones cívicas que las de un simple aparcamiento.
David Bravo │ Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 18/06/2018]