Estado anterior
Poco antes de encontrarse con el Main, el río Nidda penetra en el territorio de Frankfurt por el distrito nororiental de Bonames. Aquí, cerca del parque regional Rhine-Main, las márgenes del Nidda conforman una extensa zona inundable y no edificable que hace las veces de transición entre la ciudad y el territorio que la rodea. Hoy el río está siendo canalizado y varias presas permiten regular su caudal cuando se producen crecidas repentinas. Antes, sin embargo, el Nidda se desbordaba a menudo y los terrenos adyacentes sólo podían usarse como prados de pasto o campos de cultivo. Esto fue así hasta que, poco después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, el ejército de los Estados Unidos abrió un aeródromo provisional bautizado con el nombre del general Maurice Rose. Con el tiempo, la pista de aterrizaje se complementó con una torre de control y varios edificios auxiliares y la instalación se convirtió en un helipuerto militar de notable importancia.En 1994, un par de años después de que el ejército estadounidense abandonara el helipuerto, los edificios fueron ocupados por la Werkstatt Frankfurt e.V., una asociación dedicada a la reinserción laboral de parados de larga duración. Los terrenos que los rodeaban, sin embargo, quedaron abandonados y desatendidos hasta que, poco a poco y de forma espontánea, nuevos usuarios procedentes del centro urbano descubrieron un gran atractivo en la pista de aterrizaje. Las cuatro hectáreas y media de superficie asfaltada, insertadas en un entorno natural y, sobre todo, alejadas del tráfico de coches, ofrecían un escenario ideal para montar en bicicleta o practicar el patinaje sobre ruedas y el skateboarding. Pero, a pesar de su éxito popular, las antiguas instalaciones militares estaban parcialmente contaminadas y no dejaban de tener un fuerte impacto en el paisaje. Tras años de abandono, la naturaleza reclamaba de nuevo ese paraje. Su paulatina decadencia física y la ambigüedad de su estatus no ayudaban a determinar su razón de ser a medio y largo plazo.
Objeto de la intervención
En 2002, tras haber adquirido los terrenos del antiguo aeródromo, el ayuntamiento de Frankfurt promovió una sutil intervención que, a partir de una mínima inversión económica, pretendía consolidar el carácter natural del lugar. La restitución literal de los antiguos prados de ribera aparecía, sin embargo, como una operación anacrónica y, paradójicamente, poco sostenible. El derribo y el desmantelamiento total de las instalaciones implicaban una obra costosa y se optó por una actuación menos aparatosa que pretendía facilitar y poner de manifiesto la transición del espacio hacia un estado más natural y, al mismo tiempo, aprovechar su aceptación popular y preservar en cierto grado sus connotaciones históricas.Descripción
La intervención mantuvo intacto un tercio de la pista de aterrizaje. De este modo, se preservó una hectárea y media de superficie dura y llana, que sigue sirviendo como zona de juegos y pista de patinaje. Los pabellones auxiliares también se conservaron y aún funcionan como talleres de la Werkstatt Frankfurt e.V. La torre de control contiene un café elevado con buenas vistas sobre el Nidda y los prados que lo rodean.En cuanto al derribo de las tres hectáreas de pista restantes, se trata de una operación secuencial que aumenta de intensidad a medida que se aleja de las edificaciones. Siguiendo esta lógica, el firme ha sido dividido en zonas y se ha roto en pedazos irregulares de un tamaño determinado en cada una de ellas. En lugar de ser retirados, los fragmentos de hormigón y asfalto se han dejado sobre el terreno y, si antes formaban una capa impermeable y continua, ahora generan un relieve abrupto, lleno de repliegues y cavidades que las plantas y los animales colonizan paulatinamente. Las diferentes fases del crecimiento natural varían en función del tiempo y del grado de ruptura de cada zona. El instituto de investigación Senckenberg documenta rigurosamente esos cambios registrando las especies vegetales y animales que llegan y la forma en que lo hacen.
Algunas placas de hormigón han sido apiladas formando volúmenes escultóricos de diferentes alturas. El asfalto contaminado del tercio oriental de la pista se ha retirado completamente y ha sido reemplazado por un tendido de escombros de hormigón. Sin embargo, se ha mantenido intacta una estrecha franja longitudinal, que facilita el tráfico de peatones y ayuda a percibir la longitud total del antiguo aeródromo. En esa misma zona, se han plantado unos cincuenta árboles siguiendo una disposición reticular. En el resto de la pista, se han esparcido semillas de árboles por las grietas que separan los fragmentos del antiguo firme. A lo largo de todo el ámbito de actuación se han dispuesto gaviones rellenos de escombros que delimitan los sectores y señalan los recorridos. Algunos de ellos están cubiertos de tarimas de madera que les convierten en bancos confortables.
Valoración
El derribo, que a menudo se considera una fase meramente preparatoria, casi nunca llega a hacerse explícito en la obra acabada. Sin embargo, en este caso, la operación se emprende con una conciencia especial y se suspende en un instante intermedio para que quede plasmada en el resultado final. Así pues, un acto destructivo se convierte en el principal proceso constructivo de la intervención. Esta paradoja surge del hecho de que la situación de partida ?la presencia de un cuerpo extraño en un paisaje natural? reclamaba ser resuelta por substracción más que por adición. Pero el elevado coste económico y energético que suponía hacer desaparecer por completo la instalación militar, así como las consiguientes cantidades de escombros que tendrían que haberse transportado a un vertedero, explican que, en lugar de suprimirla, se optara por transformarla.La solución consiste pues en desurbanizar parcialmente el lugar. La conservación de parte de las instalaciones del antiguo aeródromo se justifica con los nuevos usos que reciben, más abiertos al público y más respetuosos con el medio ambiente. La ruptura de la corteza asfáltica acelera la reconquista natural y permite la observación de este proceso. Desde la pequeña escala, las diferentes texturas que adopta el plano del suelo sugieren a los visitantes usos y divertimentos, al mismo tiempo que imposibilitan el tráfico del vehículo privado. Desde la gran escala, y sin borrar las huellas de su presencia histórica, la destrucción de la pista de aterrizaje genera una transición dilatada ?tanto en el espacio como en el tiempo? entre el suelo urbanizado y el natural. A medio camino entre el estado salvaje y el domesticado, el emplazamiento no ha recuperado la pureza virginal de un prado de ribera, pero su éxito popular, la legibilidad de su pasado histórico y sus cualidades poéticas le convierten en un lugar mucho más significativo y reconocible.
David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 02/05/2018]