Estado anterior
Al sur de Toulouse, una suave colina a orillas del río Garona, al abrigo de las inundaciones, se convirtió en un lugar de ocupación constante a lo largo de la historia de la ciudad. Las excavaciones arqueológicas han descubierto recientemente un yacimiento de la edad del hierro y una zona de foro perteneciente a la primera etapa romana. En épocas posteriores se convirtió en un enclave militar y sirvió de lugar de observación en la batalla de Toulouse de 1814. En el siglo XIX se construyeron los cuarteles Niel, un conjunto formado por dos pabellones que flanquean el acceso y, en el lado opuesto, el edificio del Estado Mayor. Los cuarteles se disponían linealmente en los lados laterales al norte y al sur de una gran plaza de armas rectangular de 200 x 100 metros de superficie. A mediados del siglo XX los cuarteles fueron abandonados. Defendido por un muro infranqueable, el lugar era visto como un no-lugar urbano y se convirtió en una fractura entre los distritos de postguerra Emphalot y el de Sainte-Agne.Objeto de la intervención
En cuanto el lugar fue adquirido por el ayuntamiento, entró a formar parte de la conexión verde urbana que enlaza la isla de Ramier, las orillas del río Garona y el canal del Midi —declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO—, con la misión de hacer de eslabón estratégico para la conectividad entre barrios. El proyecto se propuso levantar un nuevo distrito residencial que debía rodear un jardín de ciudad. La decisión del municipio fue mantener los pabellones de entrada y el edificio principal del antiguo conjunto, y hacer que la nueva edificación ocupara el suelo de los antiguos cuarteles. De este modo, el concurso convocado para los nuevos espacios públicos, así como el proceso de participación, aseguró que el jardín que debía sustituir la antigua plaza de Armas se convirtiera en el más grande del sur de la ciudad, comparable a los históricos Jardin des Plantes y el Gran Rond, en el centro de la ciudad, o el Compans Caffarelli al norte; cuatro parques que deben ser conectados por caminos y vías ciclistas a lo largo de las orillas del río y del canal del Midi. La creación de este «gran oasis» en la ciudad es demandado por los vecinos, quienes querían apropiarse de un lugar que sienten muy cercano gracias a un cambio de uso que permitiera ganar un espacio verde para todas las edades. Pero hubo una restricción de base: al estar pendientes las excavaciones arqueológicas no se podía profundizar más de 60 cm. Bajo este condicionante, el proyecto tenía difícil la plantación de arbolado.Descripción
Los autores del proyecto ganador del concurso, Michele&Miquel, explican su propuesta en cinco puntos principales. El primero, la creación de una nueva topografía que recuerda la configuración original de la colina y evoca el típico paisaje de la región de Toulouse. Este relieve ondulado quiere ser como una capa protectora que preserva los vestigios arqueológicos para las generaciones futuras. Al mismo tiempo, la geometría estricta de la plaza de Armas contrasta con las diferentes elevaciones del terreno que comienzan con un movimiento suave desde la entrada en el jardín para hacerse gradualmente más altas y acabar formando ante el edificio antiguo del Estado mayor un anfiteatro dominado por una lámina de agua que refleja la fachada y los árboles. El segundo punto, una serie de texturas cambiantes, caracteriza la topografía ondulante gracias a un rango de materiales que van desde el mineral hasta el vegetal: ladrillo en los valles, prados verdes en las zonas inclinadas y árboles en los puntos más altos. Sin delimitaciones entre materiales, los caminos hechos en ladrillo vagan sobre la hierba. En tercer lugar, se han creado varios ambientes, pero, al mismo tiempo, se ha reforzado la composición fuertemente axial del lugar con la interposición de un oasis verde en el área central del jardín. En su perímetro se han conservado las alineaciones de los grandes plátanos que actúan de filtro entre el jardín de los edificios que la rodean. De hecho, los nuevos árboles plantados han seguido el criterio sostenible de introducir especies adaptadas al clima local con un bajo consumo hídrico.
La creación de los ambientes lleva a un cuarto punto que ha sido la secuencia de lugares con diferentes usos y atmósferas. De hecho, la topografía variable ha generado múltiples espacios y pequeños paisajes y elementos como las colinas y los bosques. Los céspedes y los caminos propician actividades diversas, tales como juegos para los niños, zonas deportivas en áreas de descanso y contemplación. El mobiliario se ha querido ligero y transparente, destinado a ser invadido por el verde. Finalmente, el último punto tiene relación con la conciencia de oportunidades sociales y económicas derivadas del proyecto. La topografía accidentada ha utilizado un volumen de 15.000 m3 de tierra procedente de las operaciones inmobiliarias de los alrededores, se ha reciclado el asfalto de la antigua plataforma militar y se ha procurado que el sistema de drenaje permita una infiltración completa del agua. En relación con la pavimentación de los caminos, se ha desarrollado un sistema de instalación rápida y económica basada en una malla metálica que contiene los ladrillos rojos de acuerdo con las dimensiones tradicionales del ladrillo de Toulouse, de 30 x 5 cm. La flexibilidad del sistema facilita la adaptación a las ondulaciones del suelo y su disposición aleatoria ha dejado los huecos necesarios para combinar ladrillos y césped.
Valoración
Una buena caracterización del Jardín Niel es la de un espacio inmerso en la naturaleza, de múltiples entornos bajo un mismo lenguaje modelado por la topografía y los materiales que se conjugan para provocar una sensación de intervención sencilla donde todo parece obvio. La obra ganó en 2017 el FAD en la categoría de premio internacional y el jurado que valoró entonces el proyecto destacó sus virtudes consistentes en haber encontrado un equilibrio entre el uso de sistemas industrializados y la incorporación del paisaje agrícola característico de la región. La topografía define la estrategia del proyecto para crear experiencias espaciales diversas y ser un manto protector para los restos del pasado. La naturaleza se ha introducido en un espacio de geometría precisa con unos valores de morfología urbanística y el jardín saca de ello un rendimiento evidente. En definitiva, un proyecto inteligente en el que terreno ondulado, vegetación, circulaciones, agua, mobiliario y materiales se fusionan en una intervención acertada. Un resultado de apariencia simple y natural que, tal y como aseveran sus autores, ha triunfado gracias a la invasión del jardín por parte de los niños y de los pájaros.
Teresa Navas
[Última actualización: 11/12/2019]