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Desde los orígenes de Londres, el valle del río Lea ha sido una tierra de provisión para la ciudad, que ha cubierto sus necesidades en términos de energía, alimentos y agua, a la vez que ha sido también el depositario de sus desechos. El abundante caudal de agua del Lea ha permitido, a lo largo del tiempo, ser la fuerza para mover molinos, transportar producción y recibir mercancías de todas partes. El valle del río Lea ha sido el lugar clave del desarrollo económico londinense, lo que le otorga, en la historia de Londres, la categoría de verdadero pilar de apoyo de la ciudad. En la actualidad, su paisaje está configurado por la industria, procesos técnicos e infraestructuras. Gasómetros, conducciones de energía, alcantarillado, vías de alta capacidad y ferroviarias, muelles, depósitos y túneles han establecido una topografía formada por una sucesión de espacios cerrados dirigida a la resolución de los problemas técnicos de forma autónoma y sectorial. En realidad, es el poso de dos mil años de usos del suelo el responsable de la creación de un valle extraordinario pero, al mismo tiempo, la configuración de un paisaje inaccesible, de navegación dificultosa, monofuncional y, ciertamente, cerrado a el acceso público. Pero, como observa la deriva poética del escritor Iain Sinclair, el Lea también ha sido un lugar de invención, donde nacieron el plástico, la pólvora y la cerveza india pale ale.
La premisa principal del proyecto The Lea River Park, el parque del río Lea, fue la transformación de este territorio tan industrializado en un nuevo espacio público para Londres, vivificado, sin embargo, por su tradición de tierra de provisión de la ciudad. Había que trabajar cuidadosamente con todos los elementos existentes en el valle, los que son evidentes y también los ocultos, con la idea de tejer una continuidad entre el pasado patrimonial y el futuro, tanto en un sentido de celebración como de mirada al porvenir.
Objeto de la intervención
«Cada pieza de tierra unida a las demás para formar una gran reserva nacional…, un gran parque de ocio para los londinenses». Este fue uno de los principios que sir Patrick Abercrombie, el urbanista responsable del Plan del Gran Londres de 1944, arguyó para convertir el valle del río en un paisaje lineal de 26 millas, una cuña verde que penetraba en la ciudad y que, al mismo tiempo, tenía que conectar el río Támesis con el espacio exterior del green belt (cinturón verde) de Londres. En 1967 se creó el Lee Valley Regional Park Authority (Autoridad del Parque Regional del valle del Lea), que ha sido un lugar para todo tipo de actividades de ocio. Pero la parte baja del río Lea, el Lower Lea, quedó desconectado del parque en un trayecto aproximado de 5 kilómetros y, en palabras de Tom Holbrook, de 5th Studio, había mantenido a la gente alejada de la zona. La idea del proyecto ha sido transformar un área urbana de pasado industrial para poder crear centralidad en una de las áreas de nuevo crecimiento de mayor extensión de Londres. De hecho, su legado de fragmentación física y social era el factor más crítico que había que afrontar, ya que desde siempre el valle ha sido un lugar de encuentro y al mismo tiempo de división, un antiguo límite entre Londres y los territorios del este y, más recientemente, esta fragmentación se reflejaba incluso en las percepciones que tenían del área las diferentes comunidades de sus márgenes. La creación del parque, pues, es una oportunidad para reunificar el valle gracias a una nueva accesibilidad que saque al río de la marginalidad y lo sitúe en el centro del nuevo espacio público.Descripción
5th Studio estuvo trabajando durante casi diez años para llevar a cabo el tramo final de la visión de Abercrombie. El documento publicado en 2007, Design Framework, estableció todo el conjunto de objetivos del proyecto que incluía desde una amplia gama de socios hasta las estrategias necesarias para la adquisición de terrenos. Este último punto fue clave para el trazado del camino del Lea, el Leaway. Esta vía actúa al mismo tiempo de ruta para andar y montar en bici y es la estructura que hace de vínculo entre las seis áreas centrales del parque: Three Mills Green, Mill Meads, Twelvetrees Park, Poplar River Park, Exotic Wild y East India Basin. Junto con el despacho Jonathan Cook Landscape Architects, se trabajó el carácter paisajístico de algunos de estos espacios que puntúan el recorrido, así como del Canning Town Riverside y Silvocea Way. Con este conjunto de actuaciones el proyecto se ha convertido en un punto de transición hacia una estrategia que prioriza la conectividad entre las nuevas áreas de parque que van asociadas, a su vez, al trabajo de numerosos terratenientes. Para alcanzar un planteamiento coherente e integrador de todas las partes, se publicaron dos documentos básicos más, The Prime, que introducía los conceptos generales de la intervención, y The Manual, una guía de diseño que expone la paleta de materiales, de mobiliario urbano y de acabados en general que permite la continuidad a lo largo de los diversos espacios conformadores del Lea River Park. La relación con el carácter del lugar se hace patente en los senderos de las orillas del río, donde se han dispuesto bancos macizos en forma de secciones en U hechos con grandes trozos de madera de los muelles fluviales.Valoración
Cuando, después de años de negociaciones, el Lea River Park se inauguró en la primavera de 2017, el periodista de The Guardian Oliver Wainwright expresó que el nuevo camino del Lea, con sus enlaces, puentes y rampas, con su robustez como camino de margen de río, hace sentir que siempre ha estado allí; un claro modelo de verde útil. La intervención ha sido posible gracias a la financiación de diferentes entidades públicas y, más recientemente, por la London Legacy Development Corporation y los municipios de Newham y Tower Hamlets. Fue necesario adoptar un enfoque gradual que respondió siempre a la disponibilidad de los fondos económicos y la adquisición del suelo con la inversión inicial destinada a la creación de la ruta del Leaway. Pero también es cierto que en algunos momentos los autores del proyecto tuvieron que trabajar sin clientes actuando como defensores para mantenerlo vivo y trabajando y generando resiliencia y apoyo entre los usuarios que accederían físicamente al valle del río; ellos son, finalmente, los responsables de su verdadera transformación. El resultado es un paisaje de gran complejidad, accidentado, que se distingue por su fragilidad y que ha demostrado cómo un urbanismo quirúrgico, táctico en la larga duración, ha logrado crear un nuevo recorrido urbano que sutura espacios y recalifica por sus valores compartidos de patrimonio natural y de herencia industrial, una especie de homeopatía paisajística, en palabras de su autor Tom Holbrook.
Teresa Navas
[Última actualización: 02/07/2024]