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El casco antiguo de Gironella se amontona sobre una colina, alrededor de un castillo medieval. El accidente geográfico le confiere una fachada urbana encarada al río Llobregat, donde destacan varios elementos arquitectónicos con valor patrimonial, como algunos lienzos de piedra de la muralla medieval, el campanario prismático de la iglesia y algunas colonias textiles, de obra vista, construidas a principios del siglo XX. Pero el accidente también genera un incómodo desnivel de veinte metros de altura. Arriba, frente al Ayuntamiento, está la plaza de la Iglesia, un balcón público con buenas vistas sobre el río. Al pie de la muralla, está el camino de Cal Metre, un paseo fluvial con árboles de ribera que ofrece buena sombra en verano y varios cambios cromáticos a lo largo de las estaciones.A pesar de estos atractivos, durante las últimas décadas del siglo XX, la ciudad se extendió hacia la otra orilla del río, dando la espalda al casco antiguo. Los nuevos barrios se desarrollaron a lo largo de la carretera que conecta Barcelona con Berga, en terrenos planos y con buena accesibilidad. Esto motivó que el centro histórico se fuera despoblando. Sus últimos vecinos, mayoritariamente ancianos que sufrían diariamente la pendiente de las calles, acabaron condenados a la marginalidad física y la exclusión social.
Objeto de la intervención
En el año 2013, el Ayuntamiento de Gironella y la Diputación de Barcelona decidieron revertir esta situación mejorando la accesibilidad al casco antiguo. A tal efecto, se decidió invertir más de ochenta mil euros en la inserción de un elevador que debía mejorar la conexión entre la plaza de la Iglesia y el camino de Cal Metre. Aparte de salvar el desnivel, se trataba de conectar el centro histórico con la parte plana de la ciudad. Pero, lejos de limitarse a la mera función infraestructural, el nuevo ascensor también tenía aspiraciones paisajísticas y patrimoniales. Por un lado, su volumen tenía que integrarse con los elementos arquitectónicos de la fachada fluvial. Por el otro, debía ser la excusa para devolver al paseo de Cal Metre su condición de espacio público primordial.Descripción
El nuevo elevador forma un prisma de veinticuatro metros de altura adosado a la muralla medieval. Un taller local manufacturó toda la estructura, de acero, en cuatro módulos prefabricados que se acoplaron in situ en sendos días consecutivos. Está formada por cuatro montantes tubulares, de sección cuadrada, arriostrados cada metro y medio con travesaños horizontales. En los dieciséis metros superiores de la caja de ascensor, tres de las cuatro caras del prisma están recubiertas con una celosía cerámica que garantiza la protección solar, la ventilación y la iluminación natural. Está formada por ladrillos huecos fijados en perfiles en L soldados a la estructura. La cara del prisma que da a la muralla está descubierta y muestra sus bloques de piedra durante el recorrido. Al nivel de la plaza, tiene una fachada de cristal. Los ocho metros inferiores de la caja de ascensor, completamente acristalados, tienen la transparencia necesaria para garantizar la relación visual con los árboles del paseo de Cal Metre.Valoración
Desde la distancia, el elevador de Gironella tiene un aspecto sólido que lo emparenta con los lienzos pétreos de la muralla medieval, con el prisma del campanario de la iglesia y con las fachadas de obra vista de las colonias textiles. Pero, desde una posición más cercana, el prisma revela su ligereza gracias a las transparencias de una celosía que constituye una solución constructiva económica, de fácil ejecución y de bajo mantenimiento. Su presencia activa tanto la plaza de la Iglesia como el paseo de Cal Metre, dos espacios públicos primordiales que, una vez conectados, se enriquecen mutuamente. Su enlace simbiótico atrae a la gente de Gironella hacia un casco antiguo que había caído en el olvido. Por el momento, son visitantes, pero, tal vez, terminen siendo residentes.David Bravo
[Última actualización: 19/05/2023]