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Kalvebod Brygge (el muelle de Kalvebod) es una antigua zona portuaria situada en la orilla norte del canal de Copenhague, en el distrito de Vesterbro, muy cerca del centro histórico. Durante casi un siglo, una franja del muelle formada por tierras ganadas al mar quedó atrapada entre el canal y las vías de ferrocarril que llegan a la estación central. En los años noventa, el sector fue objeto de un gran proceso de transformación urbana que quería salvarlo de la marginalidad y sacar provecho de su centralidad. Se trataba de dejar atrás los usos mercantiles e industriales para conferirle un carácter más cívico y abierto a la ciudad. Sin embargo, se terminó redactando un plan urbanístico azaroso y torpe. Edificios de oficinas, un centro de convenciones con un aforo de cuatro mil plazas, varios hoteles con cientos de habitaciones y un gran centro comercial que da la espalda al puerto constituían una amalgama incoherente de arquitecturas exentas que desperdiciaban la oportunidad de crear espacios públicos de calidad.
En el cambio de siglo, el conjunto se completó con una nueva isla artificial, separada del muelle por un canal estrecho. El nuevo crecimiento contiene una serie de edificios residenciales que aportan al conjunto mixtura de usos y mayor actividad vecinal, fuera de los horarios comerciales y laborales. Además, se construyó una pasarela para bicicletas y peatones que conecta la isla con Islands Brygge (el muelle de Islandia), en la orilla opuesta del canal, donde está Amager, la isla más poblada de Copenhague. Sin embargo, el conjunto permanecía poco conectado con el resto de la trama urbana.
Objeto de la intervención
En 2010, el Ayuntamiento de Copenhague hizo pública su voluntad de convertir a la capital danesa en «la mejor ciudad para las bicicletas». En cinco años, era necesario que este medio de transporte mejorara sustancialmente su tasa de desplazamientos de casa al trabajo, desde el 38 % (2010) hasta el 50 % (2015). El anuncio formaba parte de la estrategia holística «CPH 2025 Climate Plan» —Plan Clima Copenhague 2025—, con el objetivo de contribuir a la lucha contra el calentamiento global convirtiéndose en 2025 en la primera ciudad del mundo con un balance cero de emisiones de CO₂.
Entre otras medidas, el plan quiere reducir drásticamente el uso del vehículo privado hasta el punto de que el 75 % de los desplazamientos urbanos se realicen a pie, en bicicleta o en transporte público. Más allá de hacer frente a la crisis climática, el plan también quiere promover un estilo de vida saludable a base de fomentar el ejercicio físico —y por lo tanto, la movilidad activa basada en caminar o pedalear— y de reducir la contaminación acústica y atmosférica. Para incentivar el uso de la bicicleta, era necesario que los ciclistas se sintieran más seguros. Por ello, se quería pasar de los 120 ciclistas heridos de consideración en 2005 a menos de 40. Una de las mejores vías para hacerlo pasa por ofrecer a los ciclistas más carriles segregados del tráfico y más infraestructuras para salvar barreras topográficas o arquitectónicas. En este sentido, existía la clara demanda de una rampa exclusiva para bicicletas que completara el recorrido a lo largo del puerto, entre Islands Brygge y Kalvebod Brygge. Justo después de la pasarela de Brygge Bridge, ya en uso, los ciclistas se veían penosamente obligados a subir una escalera de más de cinco metros de altura para llegar hasta la calle Kalvebod Brygge. Por este motivo, en 2010 el consistorio convocó un concurso para construir una pasarela ciclista con presencia sutil y pendiente suave.
Descripción
La propuesta ganadora fue bautizada como «Cykelslangen» —serpiente ciclista— y costó cinco millones de euros. Se trata de una pasarela que serpentea con curvas sutiles a lo largo de 230 metros para salvar los cinco metros de altura con una pendiente suave. Lejos de ser caprichosas, sus ondulaciones sirven para esquivar edificios, reducir la pendiente de la rampa y evitar que los ciclistas corran demasiado de bajada. La pasarela, de casi cinco metros de ancho, está protegida con barandillas de acero inoxidable provistas de alumbrados LED de bajo consumo. Su tablero, revestido con un pavimento asfáltico de color naranja, se soporta con una viga longitudinal de acero que reposa sobre pilares metálicos cada diecisiete metros. La finura y separación de estos soportes verticales facilitan que los peatones puedan moverse bajo la pasarela sin estorbos y de forma segura.
Valoración
Inaugurada en 2014, la pasarela «Cykelslangen» supone, en conjugación con las pasarelas preexistentes, la culminación de la primera conexión transversal del puerto de Copenhague abierta en los últimos cincuenta años. El valor estratégico de esta conectividad explica que la utilicen cada día más de 12.000 ciclistas. Este éxito de usuarios, junto con sus graciosas ondulaciones, la han convertido en uno de los iconos más emblemáticos de «la mejor ciudad para las bicicletas». Otro ejemplo viviente de los beneficios colectivos que aporta la «copenhaguización», término utilizado por los daneses para referirse a las políticas que hacen las ciudades más accesibles a peatones y ciclistas y menos dependientes del coche. Demasiadas ciudades todavía caen en las trampas de la industria automovilística, que, mediante su hegemonía propagandística, está colonizando el concepto de «movilidad sostenible» con alternativas supuestamente ecológicas como el coche eléctrico. Afortunadamente, Copenhague señala el camino de una verdadera sostenibilidad con soluciones como «Cykelslangen», que no solo son más justas y ecológicas, sino también más económicas, viables y agradables.
[Última actualización: 21/10/2020]