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En la costa septentrional de la isla de São Miguel, en el archipiélago portugués de las Azores, está el municipio de Ribeira Grande, compuesto por catorce freguesias, pedanías más o menos compactas, pero no contiguas. En la de Conceição, los restos de una destilería de licores de finales del siglo XIX se habían convertido en un icono del pasado industrial del archipiélago. La prosperidad de la que gozó durante el primer cuarto del siglo XX cayó en declive a lo largo de las décadas siguientes, cuando sufrió varios cambios de uso y períodos de abandono. Durante la Segunda Guerra Munidal, por ejemplo, acogió unos cuarteles militares y, entre los años cincuenta y ochenta, se instaló en ella una compañía tabacalera. Todas estas vicisitudes implicaron transformaciones arquitectónicas que, en algunos casos, atentaron de manera burda contra los valores patrimoniales del conjunto original.
Al iniciarse el siglo XXI, el complejo estaba vacío y en muy mal estado, situación que amenazaba con empeorar por el riesgo de terremotos derivado de la proximidad de una falla tectónica. Se trataba de un recinto cerrado, rectangular, de casi una hectárea y media y alargado en dirección norte-sur. El acceso principal se encontraba en el lado meridional, en la calle Adolfo de Medeiros, flanqueado por un tejido residencial de casas unifamiliares alineadas. El complejo estaba presidido por una chimenea de más de treinta metros de altura que, dada la baja densidad urbana del entorno, se había convertido en un hito remarcable dentro del paisaje de Conceição. También contaba con una serie de naves paralelas que sumaban unos cinco mil metros cuadrados de superficie interior. Hechas con muros de mampostería de piedra basáltica y cubiertas a dos aguas, algunas naves se tocaban entre sí, mientras que otras quedaban separadas por patios e intersticios llenos de malas hierbas.
Objeto de la intervención
En 2007, la Dirección General de Cultura de las Azores (DraC) decidió destinar un millón y medio de euros a la conversión del antiguo complejo industrial en la sede de un centro de artes contemporáneas llamado Arquipélago —«Archipiélago»—. La voluntad del proyecto era triple. Por un lado, había que rehabilitar las edificaciones para garantizar su estabilidad estructural y su resistencia sísmica. Por otro, se quería restablecer la calidad arquitectónica del conjunto, de modo que las diferentes escalas y épocas de sus partes adquirieran un carácter coherente. Por último, se pretendía reactivar y actualizar su uso, convirtiéndolo en un equipamiento público dedicado a la producción y divulgación de culturas artísticas emergentes. Un espacio de encuentro para la interacción social, la coproducción promiscua y el intercambio de conocimiento.
Descripción
La intervención llevada a cabo abatió la valla de acceso al recinto para que se fusionara con el tejido residencial del entorno y para que sus intersticios se convirtieran en espacios públicos abiertos a todos. Siempre respetuosa con el carácter industrial del conjunto, añadió dos edificaciones exentas, realizadas con materiales autóctonos y técnicas propias de la tradición local. Las construcciones preexistentes se identifican por la mampostería de piedra basáltica; las nuevas se distinguen por unos volúmenes más juguetones y unas texturas más abstractas. Un solo pavimento de losas con despiece contemporáneo unifica el suelo de todos los espacios descubiertos. Están hechas de piedra basáltica proveniente de la propia isla de São Miguel. Las variaciones de forma y rugosidad generan una cierta tensión dialéctica entre preexistencias y añadidos, pero sin exagerar nunca sus diferencias.
El equipamiento cultural constituye un espacio creativo y de intercambio de conocimiento entre el público y las tendencias artísticas emergentes. Consta de espacios expositivos, laboratorios de producción audiovisual, talleres para artistas residentes, una sala polivalente para representaciones y eventos, una biblioteca, un centro de documentación, oficinas y espacios de almacenamiento especializados. En el centro del recinto, se ha reservado un patio central que, como un foro, es capaz de acoger eventos y encuentros al aire libre.
Valoración
El centro de artes contemporáneas Arquipélago se inauguró en mayo de 2015, ocho años después del inicio del proyecto. Desde entonces, constituye una ciudad de las artes en la ciudad de Ribeira Grande. La generosidad de abrir el recinto para que sus intersticios se fundan con los espacios públicos del entorno ha insuflado dinamismo a un barrio residencial poco activo. En lugar de insertar una gran pieza arquitectónica en medio de un tejido urbano de grano pequeño, la intervención ha optado por recuperar un fragmento de ciudad, formado por varios edificios exentos. Un fragmento preexistente en el que los nuevos contenidos son respetuosos con el viejo continente.
Desde los años ochenta, la desindustrialización ha vaciado las fábricas de muchísimas ciudades europeas para llevarse buena parte de su productividad a lejanías globales donde es más fácil explotar a los trabajadores y el medio ambiente. En muchos casos, este fenómeno ha supuesto consecuencias sociales y ambientales muy negativas, como la falta de puestos de trabajo estables o la excesiva dependencia de actividades insostenibles como el turismo masivo. En el caso de Ribeira Grande, sin embargo, se ha logrado reciclar una preexistencia industrial para llenarla de nuevas actividades productivas. Lejos de ser un museo meramente contemplativo, Arquipélago es un espacio de intercambio creativo. Ojalá tenga éxito y se convierta en un modelo a seguir.
[Última actualización: 19/05/2023]