Estado anterior
A pesar de que su censo no llega a los cuatro mil habitantes, Maria Saal es un enclave cargado de sentido para buena parte de la gente que vive en los territorios de la antigua Carantania, que se corresponden, después de la Primera Guerra Mundial, con los del estado austríaco de Carintia y los de la provincia homónima del norte de Eslovenia. El pueblo está situado en el amplio valle de Zollfeld, que ya era una región con relevancia cultural y política durante los tiempos prerromanos de las tribus celtas. En el año 15 aC, cuando el reino celta de Noricum se convirtió en una provincia del Imperio Romano, su capital se estableció en Virunum, población que ocupaba el lugar de la actual Maria Saal. Durante la segunda mitad del siglo VII las tribus eslavas invadieron la región, fundaron el principado de Carantania y desplazaron la capitalidad a Karnburg, a poco más de dos kilómetros al oeste de Maria Saal que, sin embargo, mantendría su significación política y religiosa.La población, que ya durante el siglo IV era un foco de expansión del cristianismo primitivo, fue elegida por el obispo Modestus, conocido como el Apóstol de Carantania por su labor evangelizadora, para erigir en ella, a mediados del siglo VIII, la iglesia de la Virgen María, que acabó por darle nombre. El templo se convirtió en el principal centro religioso de Carantania, motivo por el que recibe popularmente el nombre de catedral pese a no haber ostentado nunca ese rango. Aparte de ser todavía un lugar de peregrinación espiritual, Maria Saal es un símbolo de identidad nacional para la minoría de habla eslovena que vive en la Carintia austríaca, así como para sus vecinos de la propia Eslovenia. En efecto, el enclave fue durante más de cinco siglos el escenario del coronamiento de los príncipes de Carantania, ceremonia que constaba de tres partes diferenciadas. Primeramente se celebraba un ritual ante la Piedra del Príncipe, vestigio de la antigua Virunum consistente en la base invertida de una columna jónica, que figura desde el año 2005 en el reverso de la moneda eslovena de dos céntimos de euro. A continuación se oficiaba una misa solemne en la “catedral” de la Virgen María y, por último, tenía lugar un juramento en la Silla del Príncipe, un trono situado en las afueras de Maria Saal.
En la actualidad, el pueblo goza de una intensa vida cultural, siendo lugar de encuentro de intelectuales y sede de un simposio anual de escultores. Su reducido casco antiguo sigue el esquema de un típico tejido medieval, donde el espacio público está conformado por los intersticios que separan edificios exentos, desalineados y reunidos en torno a la iglesia. Hasta hace poco tiempo, la urbanización de estos intersticios, pavimentados con simple asfalto, estaba bastante deteriorada. El tráfico de vehículos privados estaba mal regulado, la accesibilidad era reducida y el mobiliario urbano requería ser renovado.
Objeto de la intervención
Con el cambio de milenio, el ayuntamiento de Maria Saal convocó un concurso a nivel nacional para renovar la plaza mayor y una serie de espacios adyacentes que, en conjunto, no llegan a sumar una superficie de dos mil quinientos metros cuadrados. La intervención, que se dotó con una inversión de más de un millón de euros, pretendía hallar una solución atenta a las necesidades actuales de la población y al mismo tiempo respetuosa con la historia del lugar. Para alcanzar este doble objetivo, era preciso, por un lado, contar con la complicidad de los vecinos y comerciantes locales y, por el otro, tratar con cuestiones que no son fácilmente atribuibles a la cosa pública, como son los valores simbólicos atribuidos por un culto religioso y por una identidad nacional controvertida y transfronteriza.Descripción
La propuesta ganadora del concurso se inició con una mesa redonda que reunió a técnicos con comerciantes y residentes para recopilar, confrontar, desarrollar y consensuar ideas. Se puso en práctica un método de participación ciudadana denominado “architecture on site” (arquitectura in situ), que consiste en que los arquitectos se instalen en el lugar y desarrollen en él el proyecto junto con los futuros usuarios. Desde un primer momento, se constató que las principales preocupaciones de la población giraban en torno a la accesibilidad, la jardinería y la ordenación del aparcamiento.Consecuentemente, la intervención realizada expulsó al vehículo privado del casco antiguo y pavimentó la plaza mayor y los espacios adyacentes con un empedrado de adoquines de granito que, como una sábana, se adapta con suavidad a la topografía del lugar para evitar peldaños y otras barreras arquitectónicas. La sábana se interrumpe puntualmente para formar a ras de suelo jardineras curvilíneas donde se concentra toda la vegetación. Ajenos a las múltiples orientaciones de las fachadas perimetrales, los adoquines del empedrado se disponen en hiladas que siguen una única dirección norte-sur. Unos adoquines son claros, mientras que otros son oscuros, pero tienen siempre un solo tono dentro de la misma hilada. La alternancia de hiladas claras y oscuras, agrupadas aleatoriamente en franjas de una, dos o tres unidades, genera un dibujo que recuerda a las secuencias de capas minerales estudiadas por la estratigrafía. Esta analogía geológica quiere expresar la compleja superposición de estratos culturales que el paso del tiempo ha ido depositando sobre el lugar.
Valoración
Las demandas ciudadanas recogidas durante el proceso participativo se centraban en cuestiones prácticas como la accesibilidad y la movilidad. Han obtenido respuesta a través de una solución simple que despliega un pavimento continuo sin miedo a la vacuidad de los intersticios del casco antiguo. Ello permite que el espacio público sea versátil y que pueda acoger tanto usos cotidianos como actos multitudinarios.Sin embargo, al resolver problemas funcionales y al aplicar un sistema constructivo antiguo, afín al contexto del casco histórico, el empedrado de adoquines no renuncia a la representatividad ni a la contemporaneidad. La alternancia azarosa de franjas claras y oscuras genera un reclamo potente y sugerente que representa de forma abstracta, casi objetiva, la compleja superposición de significados que el tiempo ha depositado sobre el lugar. Los significados atribuidos al sitio, que no son universales y pueden ser controvertidos, quedan sabiamente evocados desde la cosa pública de forma implícita, evitando la celebración de literalidades que podrían despertar susceptibilidades.
David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 02/05/2018]