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Aclamado por la abundancia y la calidad de su arquitectura barroca, el casco histórico de Salzburgo acoge una elevada población estudiantil y una importante universidad sin campus que ocupa un buen número de edificios repartidos por su tejido medieval. Uno de ellos es la biblioteca universitaria, situada entre el Festspielhaus (palacio de la Ópera) y la Kollegienkirche (iglesia de la Colegiata). El primero es la sede del Festival de Salzburgo, uno de los eventos musicales más concurridos del mundo, que tiene lugar todos los años durante los meses de julio y agosto. La segunda, construida a principios del siglo XVIII por el arquitecto Fischer von Erlach, es una de las iglesias más celebradas del barroco austríaco y se la conoce asimismo como Universitätskirche (iglesia de la Universidad) porque fue fundada por el arzobispo Paris von Lodron como sede espiritual de una antigua universidad benedictina.La Facultad de Medicina de esta universidad, que ocupaba el edificio de la actual biblioteca durante el siglo XVIII, fue clausurada en 1810 a raíz del proceso de secularización desencadenado por las guerras napoleónicas. Se convirtió en biblioteca en 1962, cuando la Universidad de Salzburgo fue reabierta. Su antiguo jardín botánico respondía a un modelo de jardín interior, rodeado por muros, muy extendido en el Salzburgo de los siglos XVII y XVIII. Pero en 1975 se derribó su valla para convertirlo en un parque público dedicado al compositor y director austríaco Wilhelm Furtwängler. Se convirtió así en un vacío de cinco mil metros cuadrados que articulaba la relación entre la biblioteca, la Kollegienkirche y el Festspielhaus. Desde su apertura, el jardín de Furtwängler ha servido a los estudiantes universitarios como zona de recreo y a los visitantes del Festival de Salzburgo como escenario al aire libre. Una vez al mes servía también para acoger los puestos del mercado local. Con el tiempo, sin embargo, el solicitado jardín se fue deteriorando. Además, en 2002 se emplazó allí un pabellón que acogía obras del artista Anselm Kiefer y que debía complementar las dotaciones del festival veraniego pero que entorpecía notablemente su versatilidad durante el resto del año.
Objeto de la intervención
En 2007 el ayuntamiento de Salzburgo destinó una inversión de cerca de un millón de euros a la renovación del jardín. Había que mejorar la relación entre los edificios que concurren en él, ampliar sus prestaciones funcionales y, sobre todo, adecuarlo a las múltiples necesidades de usuarios tan diversos como los estudiantes de la biblioteca, los vendedores y clientes del mercado o los visitantes del festival de verano. Al mismo tiempo, el logro de esos objetivos debía ser plenamente respetuoso con el incalculable valor de su contexto urbano.Descripción
La intervención realizada ha retirado el Pabellón Kiefer del centro del jardín y lo ha desplazado a su extremo sur-oriental, ante la fachada meridional de la Kollegienkirche. Un pino y un ginkgo preexistentes lo separan ahora del resto del espacio, que ha quedado configurado como un vacío aproximadamente rectangular de unos cuarenta y cinco metros de ancho por casi ochenta de largo. Tres de los lados de este rectángulo están cerrados por la fachada occidental de la Kollegienkirche y por la fachada escuadrada y porticada de la biblioteca universitaria. El lado sur, por el contrario, se abre hacia la Max-Reinhardt-Platz, la plaza vestibular presidida por el Festspielhaus. Se ha respetado un árbol existente muy alto, perteneciente al género Liriodendron, y ha sido acompañado por una nueva hilera de tilos de hoja pequeña (Tilia cordata) que diferencia el ámbito del jardín del de la plaza.El espacio rectangular del jardín se ha subdividido en dos prados de césped enmarcados por senderos rectilíneos. Sobre los prados se han repartido esculturas de los artistas Fritz Wotruba, Emilio Greco, Giacomo Manzù y del propio Anselm Kiefer y sobre los senderos, sillas de madera orientadas siempre hacia el césped. En algunos tramos, los senderos están pavimentados con losas de cuarcita aparejadas a rompejunta, mientras que en otros simplemente están recubiertos con gravilla. En cualquier caso, están siempre ribeteadas con piezas especiales de bordillo dispuestas formando un pequeño voladizo. Dado que los prados están ligeramente hundidos, de día este voladizo proyecta una sombra que hace que los senderos parezcan flotar. Asimismo oculta luminarias longitudinales que por la noche bañan el césped con luz rasante. También constituye un escalón que invita a sentarse sobre la piedra y tener los pies sobre el césped. En dos de las esquinas de cada prado hay pequeñas rampas que facilitan a las personas con movilidad reducida el acceso al césped.
Los prados se han plantado con acacias del Japón (Styphnolobium japonicum) y, de vez en cuando, su perímetro se ve interrumpido por carpes (Carpinus betulus) recortados en forma de paralelepípedo que se han dejado crecer hasta una altura de 1,4 m para que delimiten diferentes ámbitos de intimidad. Están plantados a caballo entre los prados y los senderos, perpendicularmente al escalón que los delimita, como si los estuvieran grapando mutuamente. Con excepción del porche de la biblioteca, el pie de las fachadas que flanquean el jardín está reseguido por jardineras plantadas con esteras de hiedra común (Hedera helix) y salpicadas de vez en cuando por matas de hortensias (Hydrangea quercifolia). Del mismo modo que los carpes, estas matas sobrepasan los límites de las jardineras que los contienen para pisar los senderos.
Valoración
En contraste con la voluptuosidad de su contexto barroco, el nuevo jardín de Furtwängler despliega una geometría minimalista de superficies y volúmenes contenidos, puros y casi abstractos. Incluso la vegetación obedece a esta lógica con un rigor cartesiano que entronca la tradición del jardín francés. Los prados cuadriláteros que parecen pavimentos y las matas paralelepipédicas que sobrepasan la tierra vegetal para interrumpir elementos constructivos adquieren la dureza pétrea de la arquitectura.La abstracción y la neutralidad hacen que el jardín se diferencie respetuosamente de la masa construida que lo rodea y que se proclame como un vacío imparcial que articula la relación entre los edificios que concurren en el mismo. Le otorgan cotidianamente el aire de un lugar lento, contemplativo, en el que resguardarse del bullicio del casco antiguo y lo alejan al mismo tiempo del pintoresquismo de soluciones excesivamente concretas, «sobrediseñadas». Así alcanza el grado de versatilidad suficiente para poder acoger también eventos excepcionales y multitudinarios como el mercado o algunos actos del Festival de Salzburgo.
David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 27/07/2022]