Estado anterior
Fundado por los árabes al pie del Monte Ganzaria, San Michele es un núcleo pequeño, denso y compacto, con espacios públicos de tamaño reducido que son más consecuencia de la arbitrariedad y la abrupta topografía que de una planificación premeditada. La mayor parte de sus calles siguen las curvas de nivel del cerro coronado por el castillo ducal, que da fe de su origen medieval. La calle principal, que recibe sucesivamente los nombres de Via Umberto y Via Roma, baja del castillo en dirección sur y une todas esas calles como una espina dorsal.En el extremo sur de este eje vertebrador se halla uno de los mayores edificios del pueblo, una escuela construida en los años treinta del siglo XX por el ingeniero Saverio Fragapane y que hoy es la sede del ayuntamiento. Con planta de doble T, presenta un frente rectilíneo asomado a la Via Roma y una fachada posterior interrumpida por dos alas transversales que dan al antiguo patio del colegio. A lo largo del tiempo el patio posterior sufrió una serie de intervenciones sucesivas y contradictorias que, hasta hace poco, hacían que apareciera como un vacío introvertido e incoherente en el seno de un tejido urbano tan carente de espacios abiertos. El antiguo muro que lo encerraba permanecía parcialmente en pie y lo separaba de los edificios que lo rodean y que, en cualquier caso, no destacaban por su calidad arquitectónica. Todo ello explica que el espacio tuviera un carácter inhóspito y residual y que fuera sólo usado como aparcamiento.
Objeto de la intervención
Cuando las dependencias municipales se trasladaron al edificio de la antigua escuela, se hizo patente la necesidad de convertir el patio posterior en una verdadera plaza comunal. En 2003, el ayuntamiento decidió destinar a tal efecto un presupuesto de poco más de un millón de euros. Asimismo, aprovechando la ocasión y con el objetivo de garantizar la dinamización de la nueva plaza, se decidió abrir en ella una nueva oficina postal. El principal reto de la intervención consistía en la fundación de un espacio público representativo y capaz de convertirse en un nuevo lugar de encuentro para la comunidad. Sin embargo, la consecución de este reto suponía una dificultad topológica: era preciso que el edificio se diera la vuelta, que su fachada posterior adquiriera la dignidad que merecía su nueva posición relativa.Descripción
El derribo del muro perimetral puso de manifiesto la indiferencia del patio escolar, que era completamente horizontal, hacia la pronunciada topografía de las calles que lo rodean. Por este motivo, la urbanización de la plaza se resolvió como un plano inclinado que salva un desnivel de cerca de dos metros y que queda cruzado por una franja diagonal que señala la línea de máxima pendiente. Acompañada por una hilera de naranjos, esta franja reúne a su paso por la plaza toda el agua de lluvia como la lima hoya de una cubierta. A la derecha del ayuntamiento, cerca del extremo superior de esta diagonal, se ha erigido la nueva oficina de correos, un edificio esquinado y de planta cuadrada.Su fachada principal es exenta y se escapa de la planta del edificio para abarcar todo el ancho de la plaza. Está resuelta como una celosía, con un aparejo de losas horizontales de piedra volcánica que conforman un paramento abrupto y calado. La misma solución constructiva ha servido para erigir otra fachada exenta, perpendicular a la primera y situada delante del edificio del ayuntamiento. Con una longitud de más de veinte metros, esta segunda celosía oculta las dos alas transversales de la fachada posterior del ayuntamiento, ofreciendo a la plaza un frente rectilíneo y uniforme. Además, absorbe la diferencia de nivel entre los patios que separan estas alas, que son horizontales, y el firme inclinado de la propia plaza. Así, el extremo norte de la celosía tiene una altura de casi cuatro metros, mientras que el extremo opuesto no llega al metro y medio. En el tercio más alto del muro hay una gran abertura cuadrada que es la entrada al ayuntamiento. Se sitúa al nivel del edificio, pero queda levantada unos cincuenta centímetros por encima de la plaza, y por este motivo tiene unas escaleras que salvan esa diferencia de nivel.
Valoración
La nueva plaza ha dejado atrás la ambigua informalidad de un vacío residual usado únicamente como aparcamiento y ha quedado inequívocamente definida por el triedro que forman las dos celosías y la superficie inclinada del suelo. Su pronunciada pendiente la traba con el tejido urbano, ya que permite ponerla en relación con las calles que confluyen a ella. Fruto de una franca y valiente aceptación de la naturaleza abrupta que caracteriza la orografía de San Michele, esta pendiente ha invertido el carácter introvertido del antiguo patio escolar, que ahora es un lugar de encuentro accesible y representativo.A pesar de la contemporaneidad de su lenguaje, las nuevas fachadas de los dos edificios públicos que presiden la plaza son perfectamente afines a la tradición mediterránea. Por un lado, recuperan el arquetipo de la celosía y lo trasladan del ámbito doméstico al público mediante un monumental cambio de escala que multiplica la riqueza de sus juegos lumínicos y visuales. Por el otro, responden fielmente a la tipología de la plaza mediterránea, vacío excepcional dentro de un tejido denso y compacto, que renuncia a la extensión horizontal en favor de la rotundidad de sus límites verticales. Antes que a los edificios que se esconden detrás de ellas, ambas fachadas pertenecen a la plaza. De meros elementos constructivos han pasado a ser elementos civilizadores.
David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 02/05/2018]