Estado anterior
A mediados del siglo XIX, el derribo de las murallas y la abolición de la Línea de Demarcación, que durante años había definido una franja no edificable a su alrededor, supusieron una repentina expansión de la ciudad de Copenhague. Al oeste del casco antiguo se levantó el barrio de Verterbro, trazado, bajo las directrices higienistas de la metrópolis decimonónica, a base de manzanas regulares y avenidas generosas que ofrecían grandes visuales. El bulevar Sønder fue uno de los principales ejes viarios de este desarrollo urbano. Fiel al cambio de escala que promulgaba el nuevo canon, se le dotó de una sección simétrica de aproximadamente treinta metros de ancho y de un trazado longitudinal, ligeramente arqueado, de un kilómetro y medio de largo. El centro del paseo, que segregaba dos calzadas laterales, se resolvió con un parterre de césped densamente poblado de olmos y rodeado de rocallas de granito.Muy pronto, y como en tantas otras ciudades europeas de la época, una burguesía pujante y ávida de escenarios metropolitanos donde representarse a sí misma se apoderó con entusiasmo del bulevar para pasear y establecer relaciones sociales. Sin embargo, más de un siglo después, el espíritu placentero y lúdico de los inicios se había desvanecido completamente. La grafiosis, una enfermedad fúngica que afecta al olmo común, acabó durante los años noventa con todos los ejemplares de la arboleda central. Con el cambio de milenio, un tráfico diario de aproximadamente 2700 coches y más de 1600 ciclomotores segregaba drásticamente el devastado parterre central, por el que prácticamente sólo andaban las personas que sacaban al perro a pasear para aliviar sus necesidades.
Objeto de la intervención
En 2004, el Ayuntamiento de Copenhague decidió dedicar cerca de dos millones y medio de euros a revitalizar los dieciséis mil metros cuadrados del paseo ajustándolo a las necesidades actuales. Se convocaron seis talleres en que los residentes y los comerciantes locales pudieron expresar sus deseos, hábitos y necesidades que, en muchos casos y como es lógico, eran fragmentarios y divergentes. En vista de ello, la estrategia que se adoptó para devolver al bulevar la relevancia perdida y su antigua concurrencia consistió en asignar al nuevo espacio un gran número de usos y actividades diferentes que, por yuxtaposición o superposición, dieran respuesta a todas las exigencias recogidas. Esta asignación se priorizó por encima del objetivo de obtener un proyecto coherente y unitario.Descripción
Se ha reducido la velocidad de la circulación de las vías laterales mediante bandas rugosas, así como su anchura, de modo que cada una de ellas ha pasado de tener dos carriles a tener sólo uno. Ello ha permitido ensanchar hasta los diecisiete metros la zona central, que se ha subdividido en un gran número de porciones ortogonales, con tamaños y tratamientos diversos. Aunque algunas están concebidas para alojar funciones específicas, como pistas deportivas, zonas para perros, áreas de juegos infantiles o un circuito asfaltado de bicicross, la gran mayoría de las porciones están definidas de una forma genérica.Se trata de pequeñas parcelas rectangulares, enmarcadas por ligeros desniveles y cubiertas inicialmente con una alfombra de césped. Pero éste es sólo un acabado provisional, puesto que, a través de un proceso arbitrado y regular, los vecinos tienen el derecho de transformar y usar las parcelas con diferentes propósitos. De forma paulatina, las parcelas se van asignando y se van convirtiendo en pequeños huertos, jardines de meditación, espacios donde hacer barbacoas, cafés al aire libre o tarimas para llevar a cabo representaciones.
Un camino peatonal, a veces pavimentado y a veces cubierto con sablón, reúne bancos y parterres y permite pasar entre las parcelas a lo largo de todo el paseo. En sus bordes se han plantado nuevos árboles agrupados en hileras según sus diferentes especies. Estas especies se han elegido con el fin de que broten, florezcan y pierdan las hojas en diferentes momentos del año, de modo que el bulevar tenga siempre una apariencia variable. En el tramo central del recorrido existe un área plantada con palmeras en que los bloques de piedra de las rocallas preexistentes se han dispuesto formando una retícula.
Valoración
Cuando alcanza ciertos grados de concreción y especificidad, el diseño urbano determina excesivamente los usos que puede tener el espacio público. Estos usos, que son por definición eventuales y diversos, se ven, entonces, fatalmente limitados por una formalidad que pretende suplantar la complejidad de la vida urbana.En esta intervención, los usos preceden a la forma. El diseño urbano ha sabido detenerse a tiempo para ceder el paso a los usuarios, que se apropian de las parcelas y las transforman libremente en función de sus necesidades. La forma no acabará nunca de concretarse porque el bulevar Sønder es ahora un espacio flexible, diverso y sometido a un constante cambio.
David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 02/05/2018]