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Creado por el escultor noruego Gustav Vigeland entre los años 1907 y 1942 por encargo del Ayuntamiento de Oslo, el parque que lleva su nombre es uno de los espacios públicos más concurridos de la ciudad. Ocupa una extensión de cerca de 320 hectáreas situada al noroeste de la ciudad, en el seno de un parque mayor denominado Frognerparken. Aloja una exposición permanente al aire libre de 212 obras que el artista esculpió entre 1926 y 1942. Al sur del parque se yergue el Museo Vigeland, justo delante de un prado rectangular de 12.000 metros cuadrados.Objeto de la intervención
Siguiendo la tradicional vocación artística del parque, se quiso situar en ese prado una instalación temporal denominada «No Comment» y promovida por el Museo Vigeland, la Cruz Roja Noruega y la Asociación Noruega de Escultores. Con una extensión de nueve mil metros cuadrados, la intervención costó poco más de seis mil euros.Descripción
La instalación artística montó 500 tiendas de campaña idénticas y ordenadas en una matriz de 31 hileras paralelas en dirección sesgada respecto al perímetro rectangular del prado. Las hileras se interrumpían cuando encontraban un obstáculo físico, como un árbol, un edificio o una escultura de Vigeland. Las tiendas eran de plástico blanco y cada una de ellas, con una altura de 1,9 metros, ocupaba un rectángulo de 2,5 por 3,5 metros. Por la noche, algunas de ellas se iluminaban desde el interior como linternas, lo que hacía que parecieran habitadas. Al final de la instalación, las tiendas fueron recicladas para misiones humanitarias de la Cruz Roja.Valoración
Con la ocupación de un espacio público normalmente vacío, «No Comment» supone una interrupción física y una suspensión temporal de ese espacio. La intervención contradice la estructura espacial del prado que la aloja, estableciendo nuevos patrones de circulación que obvian sus propias trazas y transgreden la percepción habitual de su escala. Pero, paradójicamente, la operación de negar el espacio público tiene como resultado su puesta en valor. De algún modo, el espacio público se hace presente a través de su ausencia.El campamento de tiendas ordenadas no deja de ser una metáfora del hecho urbano, una analogía de la ocupación de un territorio con una serie de unidades residenciales que constituyen un todo. La eficacia de la metáfora reside en el hecho de que, en este caso, el territorio ocupado es un espacio público y ello provoca una reflexión acerca de la voracidad edificatoria y el desprecio por el espacio público entendido como vacío no rentable. Desde esta óptica, las tiendas son la expresión del refugio más económico disponible en el mercado, mientras que el barrio en el que están emplazadas registra los precios del suelo más exorbitantes de Noruega.
David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 28/09/2020]