Estado anterior
San Donà di Piave es una ciudad mediana de la región del Véneto, en la provincia de Venecia. Hasta hace treinta años, este territorio, estructurado por los meandros del río Piave, se caracterizaba por la presencia de una serie de pequeños núcleos urbanos compactos y rodeados de grandes extensiones dedicadas mayormente a la explotación agrícola. Como consecuencia de un rápido e inesperado crecimiento económico, estas ciudades se fueron esparciendo por el territorio a base de nuevos desarrollos suburbanos de baja densidad.Hoy el área funciona como una extensa zona industrial y comercial surcada por nuevas carreteras interurbanas en un paisaje que alterna los diques de tierra contra las crecidas del río con una serie de parques recortados y espacios públicos poco relevantes. Si bien los antiguos núcleos compactos gozaban de calles y plazas que sabían responder a las necesidades sociológicas de la ciudad pequeña, las nuevas expansiones a menudo resultan incapaces de ofrecer espacios públicos convincentes, que den respuesta a la extensión territorial y la falta de densidad.
Objeto de la intervención
El encargo por parte del ayuntamiento de insertar un pequeño parque vecinal en medio de uno de estos desarrollos suburbanos fue la ocasión para reflexionar acerca de las posibilidades del espacio público contemporáneo en el paisaje interior. La situación de partida, sin embargo, era poco alentadora. Venía dada por un diseño pobre de la nueva red vial, una mediocre arquitectura residencial, unos escasos o inexistentes servicios públicos y, sobre todo, el carácter fuertemente residual de los terrenos designados para el parque, así como su precaria accesibilidad. La solución a tanta banalidad pasaba por la fundación de un lugar autónomo, reconocible y cargado de sentido propio.Descripción
La mayor parte de la masa vegetal del parque, compuesta por álamos y fresnos, se sitúa en su perímetro, liberando así un gran recinto central que queda vertebrado por el paso de una calzada de hormigón blanco en forma de cinta. El punto de partida de esta cinta se halla en el acceso oriental del parque, donde se ensancha para formar una plaza vestibular. Ahí hay una serie de bancos paralelos formados por grandes bloques de piedra blanca, cada uno de ellos atravesado por el tronco de un granado que le da sombra. Después de la plaza, la cinta se bifurca en dos grandes brazos que se enroscan dibujando un gran abrazo. Estos brazos definen curvas peraltadas y acompañadas de grandes taludes de césped que recuerdan los diques de tierra del río Piave. A medida que avanza, la cinta blanca va variando de altura, de nivel y de forma para responder a determinados usos o recrear diferentes ambientes. En el brazo más largo, la superficie de la cinta se riza para formar las gradas de un anfiteatro que puede acoger acontecimientos al aire libre. Un poco más allá, en el talud más alto, hay una fuente de la que brota un chorro de agua con intensidad variable que fluye a través de unas grietas practicadas en la superficie de la cinta, para acabar muriendo en una balsa en forma de media luna. En el lado sur del parque la cinta forma un repliegue donde hay un área de juegos infantiles protegida por una estacada de madera.Valoración
Sería demasiado pretencioso esperar que la solución a una situación urbana con problemas estructurales de escala territorial venga dada por una intervención puntual de tamaño medio. Sin embargo, siempre queda la opción de evadirse. Con una actitud lúdica, este parque se repliega sobre sí mismo, evitando la tristeza de la realidad que le rodea y recreando un paisaje onírico a través de un fantástico repertorio de recursos propios del «land art».David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 12/09/2023]