Estado anterior
La Barceloneta nació en la segunda mitad del siglo XVIII a raíz del derribo parcial del barrio de Ribera, motivado por la construcción de una ciudadela militar. Para realojar a las familias afectadas, los ingenieros militares construyeron un barrio nuevo según una trama regular orientada oblicuamente respecto a la línea de mar. En el primer tercio del siglo XIX la Barceloneta se convirtió en uno de los principales espacios de ocio de la ciudad –con establecimientos de baños, merenderos y restaurantes–, aunque gradualmente la densificación continuada del barrio, que derivó en un espectacular crecimiento en altura, y la ocupación de la playa por fábricas y varias instalaciones portuarias mudaron su imagen en un proceso de degradación sostenido.La fachada marítima del barrio estuvo presidida durante más de treinta años por un paseo construido en 1959, cuya estructura de hormigón se hallaba en muy mal estado de conservación. Construido a un nivel superior a la cota del barrio, estableció con él una relación muy deficiente que dificultaba la relación normal entre la Barceloneta y el mar. En 1994, por aplicación de la Ley de Costas, desaparecía uno de los espacios lúdicos más populares de la ciudad al tiempo que se iniciaba una actuación de remodelación del paseo marítimo inscrita en una operación de transformación y renovación de la fachada litoral que comportó la redefinición del frente edificado.
Objeto de la intervención
La actuación para la remodelación del paseo marítimo, iniciada en una primera fase que finalizó en 1995, tenía por objeto la regulación del sector de las playas para el uso ciudadano, la liberación de la fachada marítima de los obstáculos que habían constituido una barrera entre las playas y el barrio y la mejora de las conexiones entre el paseo y la trama de la Barceloneta, dando continuidad a diferentes recorridos urbanos.La primera fase significó la recuperación como espacio público de medio kilómetro de la fachada marítima, configurando un recorrido continuo junto al mar a través de una sucesión de plazuelas derivadas de la adaptación del paseo a la forma quebrada –en dientes de sierra– de las edificaciones. La segunda fase, que participa de los objetivos generales de todo el proyecto, debía suponer la continuación del paseo marítimo desde la calle Almirall de Cervera, donde se iniciaba la estructura del antiguo paseo construido en 1959, hasta el Parc de la Catalana en un recorrido de enlace con el Port Olímpic y la serie de nuevas playas del levante barcelonés.
Descripción
El ámbito de la segunda fase de remodelación del paseo marítimo de la Barceloneta fluye, a diferencia de la primera, a lo largo de un frente de fachada continuo con numerosos edificios públicos –escuelas, centros asistenciales, el Port Olímpic– construidos durante los últimos cuarenta años según la cota del viejo paseo, al igual que la rasante de la fachada de la Villa Olímpica. Este hecho comportó la consolidación de esta cota y en consecuencia su necesaria conservación en el proyecto; asumida en el nuevo paseo, determinó su organización en base a los dos niveles presentes en la configuración previa, aunque con el claro propósito de mejorar las circulaciones entre ellos.La intervención se inició con la mejora de las condiciones estructurales del antiguo paseo y la redefinición de sus características funcionales y formales. Se sustituyó la doble crujía de pilares existente por una única crujía en voladizo hacia el mar que protegiera parte del paseo inferior al nivel de la playa en continuidad con el primer tramo del paseo marítimo en la cota 3,8 y de los locales anexos. La ampliación del paso inferior fuera del ámbito estricto del pórtico mediante la construcción de terrazas a base de plataformas de madera pretendía complementar la actividad de los clubes deportivos con locales de diferentes servicios municipales y asistenciales –Servicio de Parques, Cruz Roja, Guardia Urbana– y con bares y restaurantes que diesen continuidad de uso a lo largo del año a unos locales que, de no ser así, presentaban un régimen de ocupación marcadamente estacional.
En el nivel superior, en la cota 7,4, se amplió ostensiblemente el ámbito para peatones con la reducción de la calzada viaria a dos carriles, uno en cada sentido, habilitando dos hileras de aparcamiento según las nuevas necesidades y definiendo un carril bicicleta enmarcado entre hileras de palmeras que destacan la direccionalidad del nuevo espacio. El mobiliario urbano, así como todos los elementos verticales, se dispusieron linealmente según este eje. Este nivel se conectó con la playa a través de escaleras metálicas situadas en el margen cada 120 metros, y en los extremos del paseo la construcción de rampas dimensionalmente generosas solucionó la transición con el primer tramo ya construido. Los servicios de duchas en la arena y las nuevas dotaciones de lavabos públicos se ubicaron en coincidencia con los puntos de acceso a las playas.
Dado que ambas fases del proyecto del paseo marítimo de la Barceloneta pertenecen a un mismo ámbito contextual de la ciudad, pese a las diferencias geométricas que imprime al paseo la desigual configuración del frente edificado, la intervención primó la coherencia formal y material entre ellos. Así, la piedra utilizada por el pavimento, las plataformas de madera para amortiguar la transición entre el pavimento del paseo y la arena de la playa, los elementos de iluminación, los bancos y las soluciones de contacto entre los diferentes niveles, se resolvieron de manera unitaria con el primer tramo del paseo, intensificando la sensación de continuidad. En la cota inferior, la disposición de unas columnas de iluminación de 15 metros de altura situadas cada 60 metros pretendía integrar la playa con el paseo, poniéndolo en relación con la escala urbana y las torres del Port Olímpic.
Valoración
Muy especialmente desde los años ochenta y desde Montjuïc al Poblenou, Barcelona ha hecho un esfuerzo importante por reestructurar todo el frente marítimo y volcar la ciudad hacia el mar. La actuación llevada a cabo para la finalización del paseo de la Barceloneta, en el ámbito donde más se ha logrado esta renovada integración, amplía la continuidad de recorrido a lo largo de la fachada marítima en un itinerario que desde el Port Vell enlaza diferentes espacios públicos junto al mar –Moll de la Fusta, Barceloneta, Port Olímpic, Nova Icària, Bogatell, Mar Bella– a lo largo de una secuencia diversificada de paseos que ha cualificado el entorno del puerto y de las playas al tiempo que habilitaba zonas equipadas para su correcta utilización, consiguiendo la mejora de las conexiones con el interior urbano.En la consecución de este último objetivo, la mejora de las conexiones entre las primeras franjas edificadas y el mar, el soterramiento de una de las rondas de circunvalación de Barcelona a lo largo de parte del frente litoral ha sido un factor clave. En los próximos años, más allá del Parc del Poblenou, en las nuevas urbanizaciones de Diagonal Mar y la contigua área del Fórum Universal de las Culturas del 2004, en construcción, habrá que hallar otras soluciones para que la extensión de los recorridos en el frente marítimo hasta la desembocadura del río Besòs y el término municipal vecino comporten igualmente una mejora de la permeabilidad transversal hacia el mar en los barrios de la Mina y del suroeste del Besòs.
Mònica Oliveres i Guixer, arquitecta
[Última actualización: 02/05/2018]
