Estado anterior
El bulevar central de una avenida del centro de Rotterdam fue motivo de especial atención por parte del Departamento de Planificación Urbana de la ciudad desde el año 1998. Pese a su centralidad y a su superficie, este amplio espacio longitudinal de la avenida Westblaak quedaba atrapado entre dos vías de intensa circulación en sus laterales, hecho que, análogamente a lo que pasa muchas veces en diversas geografías urbanas, lo convertía más propiamente en una gran mediana de una vía de tránsito que en un paseo urbano. Su relativo aislamiento se traducía al mismo tiempo en una ocupación mínima por parte de la gente, que optaba mayoritariamente por circular por las aceras y renunciar a la posibilidad de hacerlo por el centro de la avenida.Objeto de la intervención
Para poner fin a la infrautilización de este espacio, el Ayuntamiento de Rotterdam decidió dotarlo de un uso específico que lo convirtiese en un espacio dinámico y atractivo. Con este objetivo decidió transformarlo en un parque especialmente pensado para los skaters, convencido de que una actividad como ésta, a menudo asociada a la periferia de las ciudades, podía no sólo revitalizar este espacio casi residual sino al mismo tiempo destacar el carácter público y colectivo del espacio público y la propiedad por todos compartida de los centros urbanos. La participación de diferentes grupos de skaters durante todo el proceso de concepción y realización fue vital para lograr el éxito del proyecto.Descripción
La construcción del skatepark se inició en el 2000 y finalizó en noviembre del 2001. Los trabajos de remodelación para la concreción del parque implicaron la creación de diferentes pasos peatonales que conectasen el espacio central con las aceras de la avenida Westblaak y la redefinición de un cruze viario contemplando la movilidad general en toda la zona.La zona central se asfaltó totalmente para que el parque se hiciera íntegramente patinable. Con la colaboración y asesoramiento de los skaters, se proyectaron específicamente once piezas de equipamiento para el patinaje, las piruetas y las acrobacias aéreas, cada una de ellas con prestaciones concretas y diversificadas. Todas estas instalaciones –el half-pipe, las minirrampas, etcétera–, que se ubicaron en el corazón del parque, se pensaron a partir de los requisitos específicos de diferentes modalidades de patinaje para ofrecer oportunidades a todo tipo de patinadores –skaters, aficionados a los patines en línea, al BMX, etcétera–: todos tenían que poder encontrar su lugar en un espacio que quería presentar, al mismo tiempo, facilidades tanto para los profesionales expertos como para los principiantes. El suelo se pintó según un patrón cromático muy vivo, de modo que las diferentes superficies coloreadas destacasen la función principal del parque como skaterpark. La pauta de diseño para el tratamiento de las superficies se siguió igualmente en la definición de un itinerario para la circulación y el paseo de la gente a través del parque, a ambos lados del cual se plantaron altos tilos. Paralelamente, y junto a estas hileras de árboles, a fin de limitar el parque respecto a las calles laterales, se dispuso una valla verde de laurel de 1,50 m de altura. A lo largo de todo el espacio se colocaron numerosos bancos para el descanso de los practicantes y el disfrute de los observadores curiosos.
Cerca del cruze viario remodelado, se instaló un café con servicio de hostelería para patinadores y visitantes y, a fin de garantizar el mantenimiento y el buen funcionamiento del parque, se habilitó un quiosco para el personal encargado de la seguridad y cuidado de las instalaciones, con inclusión de dotaciones de servicios públicos. El personal es responsable de la gestión integral del nuevo equipamiento, de ayudar y aconsejar a la gente y, previo acuerdo, de borrar las posibles pintadas en cuanto aparezcan, para evitar la erosión y la degradación de las diferentes superficies patinables y del conjunto del parque, que queda iluminado hasta el anochecer para posibilitar la utilización dilatada a lo largo del día de sus distintas instalaciones.
Valoración
Este parque se ha hecho muy popular entre los skaters no sólo de Rotterdam sino también de todo el país y se ha convertido en el espacio de patinaje al aire libre mayor y más coherente de los Países Bajos. Si a esto añadimos el hecho de que se encuentra en pleno corazón de la ciudad, en medio de una vía de circulación y absolutamente integrado en la vida urbana, será preciso concluir que la actuación tiene algo de extraordinariamente excepcional, y desgraciadamente no muy habitual. Esta intervención no sólo ha supuesto un éxito de aceptación general también entre los habitantes del barrio y los trabajadores de la zona, que atraídos por la espectacularidad de esta actividad no dudan en visitar un parque que ha reactivado rotundamente esta céntrica avenida, sino que ha dado visibilidad a una práctica muy extendida entre los jóvenes, a menudo desarrollada en contextos periféricos por falta de espacios habilitados correctamente, y la ha llevado al centro mismo de la ciudad.Haciendo protagonistas a los skaters desde el proyecto e implicándolos en su gestión y mantenimiento, esta actuación altamente participativa, valiente y decidida nos recuerda la importancia de encontrar nuevos y diversos usos que intensifiquen la experiencia del espacio público garantizando la vitalidad y el sentimiento de corresponsabilidad en su buen funcionamiento por parte de todos. Del espacio infrautilizado anterior, y a través de un proyecto serio y responsable que apuesta sin tibiezas por el uso que propone, el mismo espacio se transforma en un lugar estimulante pasando a una situación de ocupación casi continua que enriquece el paisaje urbano con una actividad lúdica, prácticamente incesante, que atrae visitantes de todas partes, convierte en espectadores a los peatones ocasionales y supone la recuperación de un espacio que, magníficamente equipado, deviene socialmente integrador.
Mònica Oliveres i Guixer, arquitecta
[Última actualización: 02/05/2018]