El sociólogo Richard Sennett y el politólogo Ira Katznelson defienden la aplicación de los principios del pensamiento pragmático a la mejora de la forma y el contenido de la ciudad, una «ciudad decente», encaminada hacia lo que es deseable, pero ligada a lo que es posible.
El sociólogo Richard Sennett y el politólogo Ira Katznelson visitaron el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) el 2 d ejulio de 2015 para participar en el debate «¿Qué es una ciudad decente?: entre el pragmatismo y la utopía», que fue moderado por Judit Carrera, directora del Premio. El acto se enmarcaba dentro del ciclo «La ciudad posible», que fue organizado en colaboración con el Social Science Research Council de Nueva York y que también contó con las intervenciones de otras figuras relevantes del pensamiento sobre la ciudad, como Teresa Caldeira, Diane Davis o Richard Burdett.
En su intervención, Sennett reivindicó el pragmatismo como instrumento filosófico muy útil para tratar las cuestiones urbanas. Este corriente de pensamiento, que rechaza las verdades abstractas para centrarse en las prácticas concretas, es, des de su punto de vista, un buen antídoto contra el divorcio entre la crítica y la acción en la ciudad, tanto si la entendemos en el sentido de «citée» - la experiencia vivida -, como en el de «ville» - el entorno construido -. En el primer caso, una aproximación pragmática a la ética de la ciudad implica que no es suficiente con denunciar el cambio climático, sino que se debe combatir desde las prácticas cuotidianas, prescindiendo, por ejemplo, del coche privado. Por lo que hace la dimensión física de la ciudad, Sennet extrae de la aproximación pragmática tres grandes retos: Por un lado, sostiene que es necesario dotar los edificios y los barrios de «porosidad», es decir, de límites promiscuos, permeables a las realidades de sus entornos. En segundo lugar, se debe forzar la «infra-escala» («underscaling») de las construcciones, moderar el potencial dimensional de las infraestructuras o rascacielos para evitar que incurran en el gigantismo o la hipertrofia. Por último, se debe promover las «formas incompletas», que «son más democráticas» que las acabadas, porque «con el tiempo, otros podrán modificarlas, añadirles elementos»
Por otro lado, Ira Katznelson también se adscribió al pragmatismo situando «la ciudad decente» en el camino de la «ciudad deseable», pero cerca de la «ciudad posible». Para él, la ciudad decente es «el lugar de la masa sin histeria», «de la congestión sin confusión». Es un espacio marcado por la diversidad y, a la vez, por un sentido colectivo de pertenencia. Es una estructura formada de territorios que son al mismo tiempo autosuficientes y altamente interdependientes. En defensa de la decencia, el politólogo advirtió contra la desconexión y la intolerancia, que provocan histeria, confusión, alienación y choque entre territorios.