El historiador y antropólogo chileno habla de la importancia del espacio público y de su reivindicación –también física–, a partir de los ejemplos de Occupy Wall Street y de México.
Espacios compartidos registró esta conversación con Claudio Lomnitz en enero de 2012, cuando el historiador y antropólogo chileno visitó el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) para impartir la conferencia «Dignidad» dentro del ciclo «Virtudes. El Debate del CCCB». Él entiende el espacio público no solo como un lugar donde se tiene libertad de acceso, sino también como «un espacio donde hay una cierta idea de para qué debe usarse, de forma creativa, respetuosa y abierta».Por este motivo se fija en el lenguaje que usaba entonces el movimiento Occupy, que reclamaba y pedía ocupar el espacio público ante lo que ha sido, cree, una privatización de la vida. Esta, avisa, puede acabar suponiendo que «en un momento dado, la sociedad esté inerme y no haya ni siquiera comunicación, el contacto necesario para pensarse a sí misma y para abrir sus posibilidades».
Para que esto no acabe sucediendo, destaca, es muy importante «que haya espacios deliberadamente creados en la ciudad para ser foros de discusión pública». Espacios creados como intervención urbanística y que sirvan también para la discusión y la congregación de los ciudadanos; espacios que Lomnitz contrapone con la situación en México. En este país americano, «la inseguridad urbana ha introducido la tendencia de que los espacios públicos, donde quedan los jóvenes, sean los espacios comerciales –malls–, ya que son espacios relativamente seguros, a falta de espacio público».
A la hora de escoger su espacio público preferido, elige Berlín, por su relación entre historia, memoria y espacio público. La capital alemana vivió un gran número de los principales acontecimientos del siglo XX y, comenta, ha sabido aceptar de forma sensible las responsabilidades y el cargo de los actos que se cometieron.