El filósofo francés reflexiona acerca del cambio que ha experimentado en los últimos años el espacio público, el cual identifica como aquel espacio donde tiene lugar el debate político.
Espacios compartidos registró esta conversación con Luc Boltanski en febrero de 2015, cuando el filósofo y sociólogo visitó el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) para impartir la conferencia «Riqueza y crítica», que inauguró el ciclo «Debate de Barcelona 2015 - Tomar la palabra». Siempre desde una perspectiva francesa, el filósofo destaca durante la charla cómo ha cambiado el espacio público, el cual identifica –sin llegar a explicitarlo–, como aquel espacio donde tiene lugar el debate político.
Solo empezar, advierte de que el espacio público «es un problema extremadamente complicado, hoy en día». Durante los años ochenta en Francia, cuenta, este tenía una gran importancia: mucha gente leía sobre espacio público como reacción política a los años marxistas. Esta reacción iba acompañada, a la vez, de una serie de reivindicaciones y protestas en el espacio público, como la defensa de los derechos humanos y de la democracia.
Siguiendo reflexionando sobre el antiguo espacio público, Boltanski revela cómo en su trabajo «La denuncia» usó como fuente de trabajo las cartas al director de Le Monde. Esta lógica –la denuncia pública de las injusticias ocurridas en el espacio público–, insinúa, es precisamente el motivo del nacimiento de los panfletos y de la prensa: la interpelación directa desde una plataforma «situada en el corazón del espacio público» y «donde el pueblo soberano ejerce de juez».
Pero «hoy, está claro que se ha acabado la época en la que el espacio público tenía una estructura centrada en torno a la prensa y los grandes medios». Para ejemplificarlo recuerda que, hasta hace quince años, los terroristas necesitaban de los periodistas para proyectarse en el mundo, mientras que ahora «cuentan con sus propias vías de producción de opinión con medios totalmente nuevos».
A la hora de escoger su espacio público preferido, el filósofo hace referencia a los encuentros organizados por la Société Louise-Michel en un café del XX distrito parisino, que actúa a la vez como un pequeño centro cultural. Estas charlas intentan hacer un retrato de la situación actual de las ideas de la izquierda, y en él se reúnen tanto intelectuales como gente del barrio –jóvenes y sexagenarios–: «se puede decir que es un espacio público; cada uno dice lo que quiere. No es siempre de un nivel intelectual extraordinario, pero yo no he faltado prácticamente a ninguna sesión».