La profesora estadounidense expone su concepto de espacio público, hace un análisis de la vivencia del mismo por parte de niños y jóvenes y de cómo se puede reivindicar, a través del teatro y el arte en general.
Espacios compartidos grabó esta conversación con Shirley Steinberg en febrero de 2015, cuando visitó el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) para impartir una conferencia titulada «El aprendizaje del amor». Steinberg explica que, para ella, el espacio público es un espacio democrático, un espacio donde «cualquiera puede sentirse seguro», tanto en la visión predominante de esta como en el sentido «que permita movimiento, sonido, arte, tranquilidad, así como la habilidad de congregar a personas».
Partiendo de esta premisa, desarrolla su tesis acerca de la relación de los niños y jóvenes con el espacio público. A su juicio, hay dos espacios: «Cuando eres pequeño, el adulto te dice: ve y experimenta, pero cuando eres joven te dice: no puedes venir aquí, los espacios no son para ti». Así, cuando eres niño la relación con el espacio público es a través del acompañamiento de un adulto, quien garantiza que puedas estar seguro en él; un espacio donde se te enseña a comportarse bien y donde tienes los primeros éxitos como andar o aprender a montar en bicicleta.
Por otra parte, cree que el espacio público está demasiado reglado para los jóvenes. O, más contundentemente, que, como mínimo en Norteamérica, «el espacio público para los jóvenes no existe, les está prohibido, ya que son percibidos como un grupo del que hay que tener miedo, que es revolucionario». En consecuencia, explica, no les dejan disfrutar de él, a través de la prohibición de entrar en algunos centros comerciales si no van acompañados de adultos o con la persecución policial de pasar el rato en la calle (hanging out) y la prohibición de ir con skate por la calle.
Abriendo otro frente de análisis, Steinberg cree que «el espacio público puede ser el mejor amigo del teatro y el teatro puede ser el mejor amigo del espacio público», en el sentido de que el espacio público se puede modelar como se quiera, y la improvisación del teatro puede dar mucho juego a la hora de ocuparlo. Reivindica, así, que los niños puedan encontrar espacios de participación en el espacio público a través del teatro, experimentando una forma diferente de relacionarse con él. Las flashmobs, comenta, son un ejemplo de estos espacios de participación y libertad.
Por último, al elegir el espacio público preferido, explica una situación con connotación misteriosa, que tuvo mientras conducía por carreteras estrechas camino de las highlands del norte de Escocia, al descubrir en un prado una formación circular de piedras similar a Stonehenge. Esta no estaba señalizada ni tenía información alguna sobre qué era ni qué se tenía que hacer, era un lugar donde se podía sentir una experiencia única con el paisaje y hacer lo que se quisiera rodeado de paz y libertad.