«La imagen bucólica de los parques históricos de Londres no es alcanzable ni razonablemente deseable para los espacios públicos de la periferia».
En su libro clásico sobre la capital británica, London: The Unique City (1937), Steen Eiler Rasmussen definía la plaza georgiana como «un todo restringido, tan completo como el patio de un convento», una descripción que señala una diferencia fundamental entre el prototipo y las plazas públicas de la Europa continental. Más que un espacio de congregación, la plaza británica es esencialmente un amortiguador entre propiedades residenciales. Des de finales del siglo XIX, el Bloomsbury georgiano ha sido accesible a todo el mundo, aunque se construyó como una comunidad cerrada.
Influenciado por los éxitos de ciudades como Barcelona, durante los últimos veinte años, Londres ha hacho progresos significativos en el tipo de desarrollo de una cultura de paisajismo duro. No obstante, su dominio público realmente democrático siguen siendo los grandes parques decimonónicos, que Rasmussen valoraba como «el lugar ideal para una vida al aire libre», abierto a los londinenses de todos los niveles de la escala social.
Enfrentado a un crecimiento estimado de un millón y medio de habitantes durante los siguientes quince años, Londres se encuentra inmerso en una significativa densificación de su periferia, hecho que plantea el debate sobre si el Cinturón Verde Metropolitano —la franja de tierra rural que ha limitado el desarrollo de Londres des de 1935— debe seguir siendo sagrada. Sea cual sea el resultado de la discusión, está claro que el acceso al campo abierto sigue siendo un requisito esencial para la vida urbana, hecho que evidencia la necesidad urgente de una nueva generación de los parques londinenses. El crecimiento periférico de la ciudad ya ha motivado inversiones significativas en la apertura de antiguas áreas industriales y militares a usos públicos, como es el caso del Parque Olímpico de Elisabeth II o la transformación de los humedales de Rainham a manos de Peter Beard_LANDROOM, que recibió una mención especial en la edición del premio de 2014. Un reto fundamental que presentan muchos de estos proyectos es la necesidad de incorporar los usos e infraestructuras preexistentes. La imagen bucólica de los parques históricos de Londres no alcanzable ni razonablemente deseable para los espacios públicos de la periferia. Engullidos por los nuevos crecimientos urbanos, los espacios públicos de la periferia pueden ofrecer un valioso registro de la historia de la ciudad previo a su regeneración.
Ellis Woodman | Traducción: Marta Ill Raga