Una red de senderos y pasarelas entrecruzadas convierte el cauce del río Vinalopó en un parque lineal que zurce los barrios por los que pasa y los conecta con los parajes naturales del norte de la ciudad.
[Peter Cachola Schmal, Director del Deutsches Architekturmuseum (DAM) | Duracion: 02:05]
FICHA TÉCNICA
Autores: Francisco Leiva Ivorra, Marta García Chico, Antoni Baile Jiménez, Prócoro del Real Baeza
País: España
Superficie: 115.000 m2
Coste: 2.382.000 €
Proyecto: 2009
Obras: 2011
Finalización: 2013
DESCRIPCIÓN
El Vinalopó es un río esmirriado a su paso por Elche. Los regadíos de aguas arriba y un régimen de lluvias muy inconstante solo lo dejan fluir a raudales en otoño, cuando lleva riadas repentinas que han esculpido, a golpe de desprendimiento, un cauce de laderas pronunciadas. En los años setenta, una importante obra de canalización acabó con los desbordamientos, pero también con la red de senderos por los que los vecinos de la orilla derecha accedían al adyacente Palmeral, una vasta concentración de arecáceas declarada Patrimonio de la Humanidad. Reducida a la condición de vertedero marginal, la torrentera se convertiría en una barrera que dividía la ciudad en dos mitades que le daban la espalda.
En 2009, el Ayuntamiento convocó un concurso para convertir el cauce del río en un parque lineal de tres kilómetros de largo. La primera fase de la obra se ejecutó en el tramo superior del río, donde la degradación social de los barrios y la escasez de puentes más lo requerían. Una oficina temporal recogía in situ datos acerca de los lugares de paso más solicitados por los futuros usuarios. Así se trazó una red de senderos que darían al lugar el nombre de «El valle trenzado». Se entrecruzan por ambas vertientes, replantadas con vegetación autóctona, y, antes de encontrarse con el cajón del canal, se elevan formando dos pasarelas en Y. Además, reposan sobre haces de pilares metálicos que se confunden con los troncos y las hacen más ligeras.
Antes de terminar la primera fase, el nuevo gobierno municipal paralizó las obras de un proyecto heredado que no sentía como propio. «El valle trenzado» aún no se ha inaugurado oficialmente, pero los vecinos se han apropiado de él de forma espontánea. Con la misma espontaneidad, los senderos del río desobedecen la ortogonalidad de la trama urbana y se anticipan a los recorridos que el sentido común de los caminantes dibujaría sobre un parterre mal situado o una ciudad nevada. Es de esperar que el sentido común reanude las obras de este parque que ya zurce los barrios por donde pasa y los conecta con los parajes naturales del norte de Elche.
David Bravo, arquitecto