«La creación de espacios interiores de encuentro y el papel de la naturaleza como parte importante del espacio compartido son dos de las tendencias nórdicas que mejor responden a las oportunidades que se presentan y a los retos que hoy afrontamos».
Desde 2006, el Museo de Arquitectura Finlandesa (MFA) ha estado involucrado en el Premio Europeo del Espacio Público Urbano, una buena oportunidad para reflexionar sobre el contexto espacial y urbano de la arquitectura más allá de estructuras y edificios aislados. Al mismo tiempo, el programa «Europe City», nos ha permitido profundizar en nuestra comprensión de lo específico de la experiencia nórdica y de su contribución al rico patrimonio cultural que es la base de la identidad compartida de Europa. Esta especificidad se refleja en dos aspectos predominantes de nuestros espacios públicos. En primer lugar, el clima, con sus inviernos relativamente largos, oscuros y fríos, que hacen necesaria la creación de espacios interiores para que la gente se reúna. Edificios públicos como las escuelas y las bibliotecas, así como las iglesias —independientemente de la vocación religiosa de cada uno—, están abiertos a todo el mundo y están concebidos para incluir espacios comunes en los que las comunidades locales pueden celebrar encuentros y eventos. Estos edificios sirven como plataformas para diversas iniciativas ciudadanas y facilitan, de este modo, el intercambio de ideas a través de la colaboración, del trabajo conjunto y del goce compartido de la vida.
La segunda peculiaridad de la experiencia nórdica es el hecho de que la naturaleza constituye una parte importante del espacio compartido, incluso en el contexto urbano. Finlandia es un ejemplo de ello. Sus abundantes frentes marítimos y el archipiélago que se despliega a lo largo de la costa de las principales ciudades son ahora accesibles gracias a la creación de recorridos para bicicletas y de conexiones en transbordador, así como la apertura de áreas que previamente habían sido propiedades militares o industriales.
Estas dos tendencias —la provisión de escuelas, bibliotecas e iglesias como lugares donde la gente puede reunirse, así como la concepción de los espacios naturales como algo que debe ser accesible a todo el mundo— tienen profundas raíces en la tradición cultural finlandesa. Son, también, muestras de una buena disposición a adaptarse de manera innovadora a las necesidades de la gente en un contexto cultural y geográfico específico y, al mismo tiempo, a dar respuesta a las oportunidades que se presentan y a los retos que hoy afrontamos.
Juulia Kauste | Traducción de Teresa Navas