Zagajewski habla sobre la importancia que para él tienen los centros históricos como imanes de la vida, que le dan sensación de estabilidad y tranquilidad.
Al autor le atrae la idea medieval de la ciudad, estructurada a partir del centro histórico, la que caracteriza tanto su ciudad natal de Leópolis como la de Cracovia, donde reside. El centro medieval es el foco que articula la ciudad y le otorga el orden. Saber que está allí, sin necesidad de verlo cada día, al escritor le da una especie de tranquilidad, una sensación de que todo va bien, más allá de los vaivenes cotidianos.
Preguntado por su espacio público favorito, Zagajewski elige dos. El primero es la plaza del Mercado, situada en el casco antiguo de Cracovia, un vasto y bello espacio rodeado de casas antiguas. Esta antigua plaza central posee una fuerza magnética que atrae a la gente y uno puede estar seguro de que, si va allí, se encontrará con varios conocidos. En París, en cambio, la reforma urbana de Haussmann que transformó el centro convirtió la ciudad en policéntrica. Es el río Sena que, con sus orillas llenas de gente, ahora ejerce como foco de la ciudad, comparable a una plaza central, considera el poeta. Allí también se produce la magia que pone en duda la célebre afirmación de Heráclito sobre el permanente flujo de los ríos. París, dice Zagajewski, es la única ciudad donde uno puede bañarse dos veces en el mismo río.
El autor participó en septiembre del 2016 en el recital poético Adam Zagajewski: El éxtasis y la ironía, acompañado por Narcis Comadira, Pepa López, Biel Mesquida y Sebastià Perelló.