Estado anterior
El topónimo de Caldes, probablemente originario del latín Aquae Calidae (aguas calientes), está cargado de antigüedad y de afecto por el agua. Esta población mediana, situada a poco más de veinticinco kilómetros de Barcelona, se desarrolló alrededor de unas de las termas romanas mejor conservadas de la Península Ibérica. Durante siglos, sus aguas minerales, que brotan del subsuelo a 74ºC —una de las temperaturas más altas entre las fuentes termales europeas—, han atraído a forasteros que venían a curarse o a descansar. Ello explica la abundancia de balnearios seculares en la villa y, en consecuencia, su consolidación como destino turístico y lugar de veraneo.Pero las aguas de Caldes no solo tenían usos medicinales y recreativos. Desde antiguo, los sobrantes de las termas abastecían a los lavaderos públicos y, aún después, servían para regar las Hortes de Baix (huertas de abajo) cuando el arroyo bajaba seco. Este espacio patrimonial de regadío de cerca de cuatro hectáreas ocupa tres bancales escalonados al pie de la parroquia de Santa Maria, en el borde occidental del casco antiguo. Pero la principal acometida de irrigación, una antigua acequia realizada con muros de piedra de tres metros de altura, quedó mal parada debido a la fiebre urbanizadora de finales del siglo XX. El cubrimiento de la riera de Caldes facilitó que se comenzaran a verter en ella buena parte de las aguas fecales del casco urbano. Estas llegaban a la acequia mayor, donde los malos olores delataban el riesgo sanitario para unos huertos que, descuidados y faltos de buena accesibilidad, se fueron convirtiendo en las traseras de la población. Desanimados, envejecidos y sin perspectiva de un relevo generacional, los hortelanos fueron dejando las herramientas mientras se desarticulaba su comunidad de regantes.
Objeto de la intervención
La degradación social y ambiental de las Hortes de Baix se prolongó hasta el año 2012, cuando la Mesa Municipal de Espacio Público recogió el clamor para contar con agua limpia, reactivar la producción hortícola local y mejorar la conexión del casco antiguo con su entorno agrario patrimonial. El primer requerimiento coincidía con la aparición inminente de una normativa europea que exige a los municipios que las aguas que vierten a los cursos fluviales tengan la misma calidad que cuando fue extraída. Además, la gestión sostenible del agua era condición necesaria para abastecer la horticultura local. Una vez rescatadas del olvido y la negligencia, las huertas podrían constituir, además de un territorio productivo, un espacio público pedagógico y de relación con la naturaleza.Descripción
A lo largo de dos años y medio, unos setenta hortelanos se implicaron en un proceso participativo que, desde el principio, sirvió para cohesionar y empoderar a la comunidad de regantes. Asistidos por los arquitectos, empezaron a cartografiar sus parcelas y a realizar un diagnóstico del estado de las acequias. Pronto detectaron la necesidad de canalizar las aguas fecales procedentes del arroyo para revertir la contaminación de la acequia mayor. Ante la imposibilidad de seguir contando con su aportación de aguas pluviales, tuvieron la astucia de aprovechar las aguas sobrantes de los balnearios, que, a pesar de ser aptas para el riego, acababan derrochadas en las alcantarillas.Una vez contaban con agua limpia, aún había que enfriarla y armonizar su caudal con los diferentes picos de demanda para el riego. Por eso construyeron en el bancal superior una balsa comunitaria que reparte equitativamente entre todas las parcelas dos turnos de irrigación semanales. Un innovador sistema de depuración natural garantiza la calidad del agua estancada en la balsa, donde flotan una serie de jardineras con plantas acuáticas que asimilan la materia orgánica.
También se restauró la red de acequias hijuelas que riegan las parcelas y que siguen funcionando por gravedad, a base de compuertas manuales y sin necesidad de sistemas mecanizados. Basadas en el reciclaje y la autoconstrucción, todas las actuaciones respetan tanto el patrimonio material del huerto como el patrimonio intangible de su gestión, que recae en la comunidad de regantes. Las canillas de las arquetas de reparto, los adobes cerámicos colocados a sardinel a lo largo de las acequias o las vallas de malla ganadera que separan de nuevo las parcelas rezuman una informalidad muy propia del auténtico paisaje hortelano. Para que todos puedan disfrutar de ello, se instaló sobre la acequia mayor una pasarela para peatones que respeta los muros de piedra originales. Además de facilitar el acceso a los huertos, los muestra desde una posición elevada y conecta la plaza de la iglesia con las afueras de la ciudad.
Valoración
A pesar de ser fruto de operaciones simples y sutiles, la recuperación de las Hortes de Baix ha revertido en beneficio de Caldes de Montbui desde una compleja superposición de dimensiones diferentes. A nivel urbano, ha convertido un amasijo de propiedades desarticuladas, inaccesibles y escondidas en las zonas traseras de la población en un espacio público principal que pone el contacto con la naturaleza al alcance de todos. A nivel productivo, la intervención ha revitalizado un territorio baldío y, gracias a la colaboración de un plan municipal de empleo, ha rescatado del paro y la frustración a personas que se han fortalecido con los valores de la coproducción y la autogestión.En un mundo cada vez más globalizado, la defensa de este tipo de actividad agrícola sirve para explorar las posibilidades de una soberanía alimentaria basada en la producción sostenible y el consumo responsable de comestibles locales y de temporada. A nivel cultural, la intervención no solo permite reconocer el valor patrimonial del paisaje hortelano. También contribuye a evidenciar la riqueza intangible de tradiciones casi perdidas y de las que se pueden extraer lecciones tan útiles para las generaciones futuras como que hay que hacer un uso sensato del agua. Porque hay que tener muy presente que el agua es vida.
David Bravo │ Traducción de Maria Llopis
Recovery of the Irrigation System. Caldes de Montbui (Spain). JOINT WINNER. European Prize for Urban Public Space 2016 (English) from CCCB on Vimeo.
[Última actualización: 27/07/2022]