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En Mokotów, uno de los distritos más céntricos de Varsovia y una zona de rápido crecimiento residencial, se encuentra el fenomenal parque del Alzamiento de Varsovia. Este montículo se originó como un vertedero de escombros de la ciudad destruida durante la Segunda Guerra Mundial. El espacio se usó desde finales de la década de 1940 hasta mediados de la década de 1960 y, durante este tiempo, el vertedero se transformó gradualmente en un montículo artificial que llegaba a una altura de 35 metros sobre el suelo y los pantanos circundantes. Durante la década de 1970, la nueva topografía se llenó de vegetación espontánea, un «bosque» ruderal.
En la década de 1990, y por iniciativa de uno de los participantes del Alzamiento de Varsovia, se erigió en la cima del montículo un monumento conmemorativo de los símbolos del movimiento de resistencia polaca durante la Segunda Guerra Mundial. Esta modesta iniciativa, que precedió al relato oficial del Estado, convirtió este lugar en un espacio para las conmemoraciones anuales de la efeméride.
A pesar de ello, la percepción pública del montículo no cambió y siguió considerándose un lugar de difícil acceso e inseguro. Durante décadas, este lugar fue una zona degradada, un terreno contaminado, un erial reivindicado por los vecinos.
Objeto de la intervención
Respondiendo a la propuesta de los veteranos del Alzamiento que pusieron en marcha esta iniciativa de transformación, este espacio tenía que convertirse tanto en un lugar para el recuerdo como en un espacio de recreo habitual para los residentes de los nuevos bloques de pisos que se erigían a su alrededor. Además, se quería poner énfasis en la autenticidad histórica de este lugar y su conexión con el gran esfuerzo colectivo de la reconstrucción de Varsovia después de la guerra. Uno de los objetivos era llamar la atención sobre las técnicas de reutilización de los materiales de construcción de la época, implementando tecnología de reciclaje para el hormigón de los escombros. También era una prioridad preservar la vegetación invasiva y ruderal existente, que jugaba un rol importante en el ecosistema de la ciudad. Un estudio BioBlitz realizado con los residentes demostró una baja biodiversidad en el montículo, de manera que hacía falta enriquecer este hábitat conectándolo con corredores ecológicos. Un objetivo secundario era conseguir que los usuarios apreciaran la estética del reciclado presente en el proyecto y que valoraran su autenticidad.
Descripción
Las intervenciones se centraron en la adaptación del área del montículo a las necesidades de todos los usuarios, cosa que, a causa del terreno complejo, requirió la introducción de pasarelas y la construcción de barrancos artificiales. Con la ayuda de especialistas, se usaron tecnologías para hacer hormigón a partir de los escombros. Las pendientes de los barrancos resultantes recuerdan a las capas geológicas de un montículo antropogénico, y de hecho, son un registro del trabajo manual diario que han hecho los trabajadores. En el proyecto se incluyeron características recreativas, con numerosas áreas de descanso y paseo, y un parque infantil.
En lo que a la intervención vegetal se refiere, el esquema de plantación se desarrolló en colaboración con un especialista en fitosociología. El punto de partida fue un análisis de los procesos naturales iniciados por especies pioneras e invasoras, seguido de un modelo posterior para nuevos ecosistemas. Como parte del proyecto educativo y de divulgación, junto con un historiador y un educador de la naturaleza, se implementó una exposición al aire libre dedicada a la reconstrucción de Varsovia y al nuevo tipo de paisaje generado.
Valoración
Este parque es un testimonio claro de la reconstrucción postbélica de Varsovia y, a la vez, tiene el valor de anticiparse a los criterios actuales de la economía circular. Por un lado, el proyecto ha reforzado el sentimiento de pertenencia de la ciudadanía a este lugar, que ahora conoce mejor su historia y puede apreciar el aprovechamiento de los escombros que dieron lugar al montículo. Por otro lado, proporciona a la ciudad una nueva zona verde resiliente al cambio climático, gracias a las estrategias de gestión del paisaje y al aprovechamiento de la naturaleza que de manera espontánea ha crecido en el montículo, cosa que ha reducido los costes de mantenimiento. La obra final ha mejorado los accesos al parque, facilitado su uso y aumentado la sensación de seguridad de los usuarios. Por todo ello, la intervención ha mejorado significativamente la calidad de vida de los residentes y ha reforzado su identificación con el montículo, reforzando así el sentimiento de comunidad.
[Última actualización: 04/11/2024]