Estado anterior
La mina de Zollverein constituye uno de los vestigios industriales más importantes de Alemania. Operativo desde 1847, el complejo llegó a ocupar una superficie de más de ochenta hectáreas que incluían múltiples pozos de extracción de carbón y una planta de destilación de coque, combustible sólido empleado en la producción de acero. También generaba productos secundarios como amoníaco, alquitrán o benceno crudo. El «Pozo 12», considerado como una pieza maestra de la arquitectura industrial, fue diseñado en 1932 por Fritz Schupp y Martin Kremmen siguiendo las directrices estilísticas de la nueva objetividad (Neue Sachlichkeit) marcadas por la escuela Bauhaus. Su característica torre de ventilación Doppelbock se convertiría muy pronto en un arquetipo para las instalaciones mineras subsiguientes, hasta el punto de erigirse en uno de los principales iconos de la industria pesada alemana. El conjunto salió milagrosamente intacto de la Segunda Guerra Mundial y poco después resultó ser el yacimiento minero más productivo del país. La ampliación de los años setenta la situó entre las principales plantas de producción de coque de todo el mundo. A partir de entonces, la disminución de la demanda mundial de carbón, la extinción paulatina de los yacimientos más accesibles, la conversión de la cuenca del Ruhr en una de las regiones metropolitanas más pobladas de Europa y la progresiva diversificación de su economía hacia la industria tecnológica y el sector terciario motivaron la clausura secuencial del complejo, que cerró definitivamente sus puertas en 1993.Mientras se aclaraba el destino que debía tener, el recinto quedó sellado con una valla perimetral que lo protegía de cualquier intrusión. En medio de los nuevos desarrollos urbanos, su inmensa extensión permaneció aislada durante algunos años, como una reserva de flora y fauna libre del estorbo de cualquier presencia humana. Bosques de abedules y alfombras de matorrales, musgo y helechos se hicieron dueños de una geografía artificial hecha de rampas, bancales, terraplenes, presas, crestas y socavones. Un paisaje cubierto de sustrato negro, roto por las superficies especulares de las balsas de decantación de carbón y punteado por arquitecturas industriales extrañamente inútiles, tales como pozos de ventilación, esbeltas chimeneas, torres de refrigeración, hornos, salas de máquinas, postes eléctricos y montones de ladrillos. En algún momento, la planta de producción de coque se intentó vender a China, pero las negociaciones se rompieron y las instalaciones corrieron el riesgo de ser derribadas. Afortunadamente, el estado de Renania del Norte-Westfalia había adquirido los terrenos de la mina en 1986, en cuanto el «Pozo 12» cerró. En 2001, justo después de ser catalogado y protegido por el estado, el conjunto del complejo fue inscrito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Objeto de la intervención
En 2002, el arquitecto holandés Rem Koolhaas redactó un plan de ordenación urbana para el complejo minero y, un año después, el equipo francés de paisajistas Agence TER elaboró un plan para la restauración de su «naturaleza industrial». En 2005, un ente público creado por el Ayuntamiento de Essen y el estado de Renania del Norte-Westfalia convocó un concurso internacional para convertir el recinto en un parque metropolitano. La propuesta ganadora, basada en las directrices establecidas por los planes anteriores, fue elaborada por un equipo interdisciplinar de arquitectos, paisajistas, artistas, iluminadores, diseñadores y profesionales de la comunicación. Por un lado, el proyecto tenía la voluntad de gestionar la apertura del recinto al público a través de una secuencia de fases paulatinas, siguiendo una estrategia a largo plazo. La propuesta debía ser lo suficientemente rotunda para evitar desdibujarse a lo largo del tiempo y, a la vez, lo suficientemente flexible para poder reaccionar ante los imprevistos e incorporar oportunidades inesperadas. Por otro lado, el proyecto tenía que encontrar una base de consenso para una amalgama de actores con necesidades e intereses realmente diversos, como los políticos, los residentes, los turistas, las familias con niños, los ancianos, los estudiantes, los defensores del patrimonio industrial, los ecologistas, los artistas o los técnicos.Descripción
La apertura del parque de Zollverein se produjo el mismo año 2005, con plena conciencia de que el proceso de su consolidación definitiva va para largo, si es culmina algún día. Desde entonces, siguiendo el principio del «desarrollo a través del mantenimiento», las zonas restringidas van retrocediendo para dar paso a un parque público deliberadamente inacabado que, de forma dilatada, se va haciendo accesible con la aportación gradual y continuada de mejoras y nuevos elementos. La intervención enfatiza los valores del patrimonio industrial a través de su progresiva restauración. En 2008, por ejemplo, la antigua planta de lavado de carbón se convirtió en el nuevo Museo del Ruhr, con una exposición permanente sobre la historia de una de las mayores regiones industriales del mundo. El centro cultural organiza talleres, visitas guiadas, excursiones por el parque, conferencias o proyecciones audiovisuales.El énfasis dado a las preexistencias contrasta con la contención de las actuaciones paisajísticas, que limitan la adición de objetos y materiales como si lamentaran que se pierda la magia del lugar abandonado. Bien es cierto que se han añadido elementos robustos, incluso escultóricos, como la garita de recepción, a la entrada del parque. También dispositivos de señalización que orientan a los visitantes en un espacio vasto donde no cuesta perderse y donde no se puede acceder a todas partes. Sin embargo, la mayoría de intervenciones son difícilmente perceptibles y apenas aspiran a acompañar al visitante discretamente. En el «bulevar de la pista», por ejemplo, tendidos de hormigón dibujan senderos rectilíneos sobre el suelo vegetal de un bosque de abedules para indicar el camino hacia el museo. El «paseo anular» es un camino asfaltado que serpentea alrededor de los edificios industriales para ofrecer perspectivas diversas. Aquí y allá, hay áreas de juegos, rincones de descanso equipados con mobiliario, miradores furtivos y jardines ocultos que facilitan diferentes formas de apropiación por parte de los visitantes. Un sistema de alumbrado con jerarquía de intensidades sabe separar el grano de la paja y, sin ruidos superfluos, resalta solo lo que se lo merece.
Valoración
El parque de Zolverein ya se ha convertido en uno de los puntos más importantes de la Ruta Europea del Patrimonio Industrial. Pero, lejos de ser una mera atracción turística, el parque es también un reclamo de gran alcance entre los residentes de Essen, que, a pesar de su pasado industrial, hoy está considerada una de las ciudades más verdes de Alemania. La intervención en curso no se limita a musealizar el patrimonio existente, sino que opta por componer un paisaje cambiante pero coherente a partir de los elementos preexistentes. El carácter inacabado lo aleja del determinismo opresivo y banal de un parque temático y lo abre a la interpretación inteligente por parte del visitante.El parque hace incluso ciertas concesiones a la ambigüedad y la disfunción, con lo cual conserva parte del espíritu romántico del vestigio abandonado. El esfuerzo por dilatar la transición entre la condición de recinto cerrado y la de espacio público abierto lo ha convertido en un buen ejemplo de urbanismo blando y lento, más interesado en la cotidianidad del mantenimiento que en el alboroto de la inauguración, más cercano al proceso continuado que en el producto terminado.
PUBLIC SPACE / Parque de Zollverein (Essen, Alemania). Mención especial. Premio Europeo del Espacio Públioo Urbano 2018. (VO En Subt Ca) from CCCB on Vimeo.
[Última actualización: 29/06/2022]