Estado anterior
La Praça do Comércio, centro neurálgico de la capital portuguesa, era antiguamente conocida con el nombre de Terreiro do Paço (Plaza del Palacio), porque en ella se erigía el Palacio Real de Lisboa hasta que el terremoto de 1755 lo destruyó por completo. Desde 2007, la línea azul del metro la sirve con una estación que recibe este segundo nombre. La nueva estación es fruto de la reforma y ampliación de la terminal fluvial a la que llegan los transbordadores que cruzan el Tajo para conectar Lisboa con la ciudad de Barreiro. La antigua sala de equipajes de esta terminal, construida en 1932 por el arquitecto José Ângelo Cottinelli Telmo, fue uno de los primeros equipamientos públicos portugueses con Estilo Internacional.El proyecto de reforma le otorgó un papel central como punto de conexión entre el nivel subterráneo del metro y los muelles de los transbordadores. El carácter estratégico de la conexión entre ambos sistemas de transporte hacía prever que el vestíbulo acogiera un flujo diario de cerca de 40.000 pasajeros. El espacio está presidido por ocho pilares cilíndricos de sesenta centímetros de diámetro y casi seis metros de altura. Los pilares soportan un techo rectangular de diecisiete metros de ancho y veintitrés de largo, que se separa de las fachadas del edificio para que la luz se filtre a través de una claraboya perimetral. Desde la ampliación de la terminal, las escaleras mecánicas y ordinarias que suben desde el nivel del metro emergen dentro del vestíbulo bajo este gran techo.
Objeto de la intervención
Junto con el de Moscú y el de París, el Metro de Lisboa es uno de los más reconocidos de Europa por la riqueza de sus espacios, repletos de bellas decoraciones y abundantes en exposiciones. Haciendo honor a esta reputación, las autoridades del metro destinaron una inversión de más de un millón de euros (una cuarta parte del total del proyecto) a la reforma interior de la antigua sala de equipajes. Con una superficie aproximada de mil metros cuadrados, el nuevo vestíbulo debía adquirir un grado de representatividad digno de su gran afluencia y capaz de celebrar la estratégica conexión entre el mundo subterráneo del metro y las aguas superficiales del río Tajo.Descripción
Tanto el techo del vestíbulo como los ocho pilares que le prestan apoyo se han revestido con un embaldosado de piezas cerámicas extrusionadas de 10 x 10 cm. Se trata de azulejos vidriados que beben de la tradición cerámica portuguesa. Los que cubren los pilares adoptan su misma curvatura para propiciar la continuidad de la reflexión. El embaldosado está formado por ocho tipos diferentes de piezas monocromas, que van del blanco al negro pasando por una gama de dieciocho azules. Esta variedad cromática sirve para trazar sobre el techo motivos acuáticos que rodean los pilares con ondas expansivas. Las ondas, que se propagan asimismo sobre la superficie de los pilares, evitan ser concéntricas para transmitir una sensación de movimiento.Valoración
Desde la posición inferior de los pasajeros que proceden del metro, el techo se convierte en un plano de reflexión que les anuncia el encuentro con las aguas del Tajo. El suave movimiento de las escaleras mecánicas les permite curiosear tranquilamente los efectos ópticos de esa reflexión, que es tanto literal como metafórica. Es metafórica porque la liquidez del dibujo alude poéticamente a las aguas del Tajo y es literal porque la superficie vidriada de los azulejos refleja el río de pasajeros que cruzan el vestíbulo. Así, con un lenguaje plenamente contemporáneo, que al mismo tiempo recoge la tradición cerámica portuguesa y entronca con el Estilo Internacional de la antigua sala de equipajes, la intervención hace honor a la reputación del Metro de Lisboa, yendo más allá del funcionalismo aséptico para celebrar la representatividad de los espacios comunes del transporte público.David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 02/05/2018]