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No hace mucho que el río Mondego fue canalizado a su paso por Coimbra. Las represas construidas aguas arriba hacen que ahora su curso sea estable pero, durante siglos, la frecuencia de las crecidas obligó a la ciudad a reservar una franja no edificada en ambas orillas. Desatendiendo esta precaución, el monasterio de Santa Clara-a-Velha se erigió en el siglo XIV demasiado cerca de la orilla izquierda y lo monjes acabaron abandonándolo tres siglos más tarde. Más cautos fueron la aristocracia y el resto del clero que, desde la edad media, eludieron los peligros del río ocupando la Cidade Alta, en lo alto de una colina, mientras que en el llano se extendió la Cidade Baixa, donde vivían los artesanos y los comerciantes.

En la colina se instalaría asimismo la Universidad de Coimbra que, tras ser desplazada varias veces entre Lisboa y Coimbra, quedó definitivamente asentada en la Cidade Alta en 1537. Hoy en día es una de las universidades más antiguas de Europa y, con cerca de veinte mil estudiantes, constituye el principal foco de actividad de Coimbra. Lo demuestra la Queima das Fitas, una fiesta de graduación centenaria que, todos los años, llena la ciudad de conciertos y espectáculos durante más de una semana. En el legado que la presencia universitaria ha dejado en Coimbra destacan la Biblioteca Joanina, el Museo de la Ciencia y el Jardín Botánico. Fundado en 1772, este jardín ocupa el Valle de las Ursulinas, al pie meridional de la colina, extendiéndose por buena parte de los terrenos que caen cerca de la orilla derecha del Mondego. Lo separa del agua una franja de doscientos metros de ancho donde, aparte de un jardín romántico del siglo XIX, hasta hace poco no había más de campos de naranjos abandonados. En la orilla izquierda, la franja no edificable que bordea el río presentaba un grado de abandono similar. Aparte de los restos arqueológicos del monasterio de Santa Clara-a-Velha, que son visitables desde que fueron excavados a principios del presente siglo, no servían para albergar nada más que aparcamientos superficiales y eventuales recintos feriales.

Descripción

La intervención ha creado en ambas orillas del Mondego sendos parques enfrentados y unidos por una nueva pasarela para ciclistas y peatones. El parque de la orilla derecha es una extensión del jardín romántico existente y entronca con su eje principal a través de una rampa y una amplia escalinata de madera. Tanto la una como la otra salvan el desnivel entre el jardín del siglo XIX, elevado para eludir las crecidas, y el nuevo parque, situado a ras del curso ahora estabilizado. Una fuente constituida por un muro de pizarra acompaña la rampa y recorre longitudinalmente todo el parque para ocultar el aparcamiento superficial. La escalinata aterriza sobre una plataforma de madera situada cerca del agua y ocupada por una serie de pabellones de hormigón rojo que contienen bares y restaurantes con terrazas. Un paseo asfaltado que da continuidad al extremo oriental de la pasarela recorre diagonalmente el parque acompañado por cuatro pabellones cúbicos de cristal y hormigón. Tiene varias travesías perpendiculares que mueren sobre el río formando voladizos aptos para pescar y para disfrutar de vistas tangenciales de la orilla.

En la orilla izquierda, cerca de los restos del monasterio de Santa Clara-a-Velha, se ha erigido un gran escenario cubierto que permite acoger los actos más multitudinarios de la Queima das Fitas. Un canal navegable cruza el parque en diagonal. Lo acompañan dos paseos arbolados y lo cruzan dos pasarelas peatonales. En su lado occidental se hallan pabellones de madera que sirven para guardar pequeñas embarcaciones.