Estado anterior
Con la caída del régimen comunista y debido a una masiva migración de origen rural, Tirana experimentó el crecimiento demográfico más repentino e importante de su historia, pasando de 150.000 habitantes en 1991 a los más de 600.000 censados en la actualidad. Durante la última década del siglo XX, su tejido urbano sufrió una efusión caótica y desorbitada, acuciada por la expansión económica de un capitalismo incipiente y feroz, igualmente carente de regulación. La población recién llegada se instaló en nuevos barrios periféricos con calles informales, carentes de servicios de agua y luz, de alcantarillado e incluso, en algunos casos, de nombre.Tras años de colectivización, los límites de la propiedad privada se habían olvidado y el espacio público, despreciado como una idea fallida y propia del régimen anterior, fue indiscriminadamente edificado. Se invadieron los espacios libres que separaban los bloques residenciales de los polígonos socialistas y los barrios más céntricos y consolidados vieron aflorar edificios que superaban la altura máxima o que estaban fuera de ordenación. Tanto las orillas del río Lana como el parque central de Rinia fueron impunemente ocupados por viviendas, quioscos, bares y pequeños comercios, construcciones ilegales cercanas al chabolismo. El caos urbanístico se extiende bajo unos altísimos niveles de polución ambiental producto del uso desaforado del vehículo privado. Tomándolo como un símbolo del nuevo sistema económico, la población de Tirana se entregó con euforia a ese nuevo bien de consumo, hasta el punto de que hoy circula por la ciudad un automóvil por cada dos habitantes.
Objeto de la intervención
Con la entrada del nuevo milenio y las limitaciones impuestas por un presupuesto municipal muy restringido, el ayuntamiento de la capital albanesa empezó a reaccionar para enderezar la situación. Entre otras actuaciones, esta reacción ha supuesto hasta el momento la reordenación de las orillas del río, el derribo de edificios que incumplían las ordenanzas, la recuperación como espacios verdes de los intersticios que separan los bloques residenciales socialistas, la renovación de infraestructuras urbanas tanto subterráneas como superficiales o la restauración de numerosas fachadas y paredes medianeras que se han repintado con colores chillones.En esta misma línea, el consistorio presentó en 2003 una iniciativa que, bajo el lema “Duaj te Luaj!” –¡Me gusta jugar!–, pretendía la recuperación de espacios públicos invadidos o abandonados a través de la implantación de 100 zonas de juegos infantiles y juveniles.
Descripción
La primera fase de la iniciativa consistió en la selección, dentro de cada barrio, de los emplazamientos más adecuados para la inserción de esas áreas de juegos. Los criterios que regían esa selección eran básicamente la necesidad de equipamientos deportivos existente en cada punto y el grado de deterioro urbano que presentaba. Estos indicadores se obtuvieron a partir de una exposición que presentaba públicamente el proyecto y que, aparte de ser muy bien acogida por los ciudadanos, tuvo como resultado la recogida de un gran número de propuestas de emplazamiento. Se señalaron sobre el mapa de la ciudad cien puntos de inserción que antes de 2009 debían contar con sus respectivas pistas deportivas y de las que ya se han realizado unas quince.La mayor parte de las áreas de juego son canchas de baloncesto, deporte de gran aceptación entre los jóvenes y que no requiere de grandes extensiones ni de equipamiento muy específico para ser practicado. Están rodeadas por vallas de alambre con montantes y travesaños metálicos y pintados de alegres colores. Suelen situarse al pie de una pared medianera o en los extremos ciegos de los bloques residenciales socialistas, que se pintan dentro de la misma gama de colores con el fin de que el conjunto adquiera un carácter unitario.
Cada pista, de unos cien metros cuadrados, supone una inversión aproximada de cuatro mil euros. El ayuntamiento se hace cargo de buena parte de su coste, pero no exclusivamente. En cada barrio, tanto los comerciantes como los residentes realizan pequeños donativos para contribuir a su construcción, implicándose activamente en la mejora de su calle o plaza.
Valoración
La simplicidad del proyecto contrasta con la fuerza y la amplitud de su impacto social y urbanístico. Desde la pequeña escala, cada intervención sirve a un grupo limitado de residentes y propone una solución muy concreta a un problema urbano de pequeño tamaño. Cada rincón, deteriorado, invadido por coches u ocupado por construcciones ilegales, es reconquistado y reactivado como espacio público de uso común. Dada la ferocidad anárquica del ambiente, la designación de este espacio público se lleva a cabo sin ambigüedades: la valla metálica y sus colores vivos delimitan y remarcan su ámbito con inequívoca rotundidad. Pero, a gran escala y como en una red de sucursales, su constancia funcional y cromática traba el paisaje desordenado y fragmentario de Tirana y permite que la suma de las instalaciones se lea como un todo unitario. En conjunto, la iniciativa “Duaj te Luaj!” es un gran equipamiento descentralizado y metropolitano que constituye un pequeño pero decisivo paso hacia la reconquista del espacio público de Tirana.David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 08/06/2021]
