Estado anterior
La ciudad de Zadar, situada en la costa adriática de la región de Dalmacia, es conocida familiarmente entre sus habitantes como el “barco de piedra” porque ocupa una pequeña península de forma alargada. Durante la segunda guerra mundial, la ciudad se convirtió en sede de una guarnición alemana y fue bombardeada 72 veces por las aviaciones británica y norteamericana.Una vez acabada la guerra, la caótica reconstrucción de la ciudad resolvió el frente marítimo del noroeste de la península, la “proa” del “barco de piedra”, con un muro de hormigón indiferente que no recuperó su fisonomía deshecha y abandonada. A pesar de su privilegiada puesta de sol sobre el mar Adriático, descrita por Alfred Hitchcock como “la más bella del mundo”, los ciudadanos de Zadar apenas visitaban el lugar.
Objeto de la intervención
En el año 2004, en vistas de la incipiente actividad turística de Croacia, la Autoridad Portuaria de Zadar decidió emprender, con el apoyo del Gobierno municipal, la reconstrucción de este segmento del frente marítimo y habilitarlo como muelle de llegada de cruceros turísticos. Así, la “proa del barco de piedra” pasaría de un negligente olvido municipal a convertirse en puerta de entrada a la ciudad.Este nuevo punto de llegada evidenciaba la necesidad de un paseo marítimo que resolviese el recorrido hasta la ciudad. Pero el lugar no tendría una mera función vestibular, orientada exclusivamente a la llegada del turismo, sino que se pretendía que los ciudadanos de Zadar se lo apropiasen de forma definitiva.
Descripción
El nuevo muelle de llegada de cruceros, ejecutado en el año 2005, ocupa el extremo noroccidental de la península con una gran plataforma en esquina, desde donde arranca el paseo marítimo que recorre la orilla sudoeste. El órgano marino se instala en la confluencia entre la plataforma y el paseo, en una extensión de 70 metros. La solución adoptada resuelve el encuentro con el agua de forma gradual, mediante una escalinata formada por amplios escalones de mármol blanco que se adentran en el mar bajo las olas.La escalinata consta de siete tramos paralelos, de 10 metros de anchura cada uno. Los siete tramos se yuxtaponen de forma que, en cada cambio de tramo, hay un desfase de un escalón; esto hace que la planta de la escalinata, tanto en la confluencia con el paseo como en el límite con el agua, presente una silueta escalonada. Los tres primeros tramos son los más largos: constan de seis escalones y salvan una altura de unos 2 metros, que es la cota más elevada de la plataforma de llegada de cruceros. A partir del cuarto tramo, la cota del paseo se acerca suavemente al nivel del agua, de forma que cada nuevo tramo de escaleras pierde un escalón. El último tramo, que ya ha alcanzado la cota definitiva del paseo, solo tiene dos escalones sobre el agua.
Pero la correcta adaptación a la topografía del paseo no es la única explicación de las variaciones en las dimensiones de los tramos de escaleras. Hay otra explicación que establece una clara analogía formal con las variaciones de tamaño y disposición en las partes de un instrumento musical. Una serie de tubos de polietileno, de diferentes diámetros, recorre el intradós de cada tramo de escaleras, conectando la parte sumergida con una galería que recorre el subsuelo del paseo. Con la fuerza variable de las olas, el agua penetra por el extremo inferior de los tubos y es impulsada hacia la galería subterránea, que la recoge y la devuelve de nuevo al mar. En este proceso, el aire del interior de los conductos es empujado hasta unos orificios que comunican la galería con la superficie del paseo, generando vibraciones sonoras que, dadas las variaciones en el diámetro y la longitud de los tubos, cubren un amplio abanico de tonos musicales.
Valoración
A pesar de la existencia de un órgano marino anterior, construido en el año 1986 en la bahía de San Francisco por Peter Richards, el órgano marino de Zadar destaca por su simplicidad formal. La escalinata de Zadar evita la brusquedad del muelle común, entendido como una plataforma rectilínea elevada sobre el nivel del mar, y permite diluir la frontera entre la tierra y el agua, al tiempo que preserva un espacio dilatado de tránsito entre los dos espacios. Así, el muelle ya no es una súbita barrera que protege pero aleja al hombre del mar, sino que convoca, como una playa, el vaivén de las olas. La sección de la escalinata constituye una gradería ideal desde donde contemplar la puesta de sol sobre el mar y el perfil de la vecina isla de Ugljan, mientras se escuchan las composiciones musicales interpretadas por el mar. Como no podía ser de otra manera, estos dos grandes atractivos no pasan desapercibidos a los ciudadanos de Zadar que, ahora sí, se han apropiado de este espacio público con una devoción multitudinaria.David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 05/09/2024]
