Estado anterior
Construida en 1830, la dársena oval era el vaso de entrada por mar al muelle este del antiguo puerto industrial de Cardiff. Con el paulatino declive de las exportaciones de carbón tras la Primera Guerra Mundial, el muelle fue cerrado y, en 1960, cubierto de tierra y definitivamente tapado. Desde el año 1970 hasta el inicio de las obras, en 1991, la zona dependía, vía arrendamiento, del Museo Industrial y Marítimo de Gales. Su situación estratégica, en el centro de la bahía, hizo pensar en la posibilidad de construir un gran espacio público catalizador del futuro desarrollo de la zona.Objeto de la intervención
Tras la mejora de la conexión de la ciudad, al norte, con la bahía, al sur, a través de una nueva avenida que reproduce la direccionalidad del antiguo muelle este, reestructurar el espacio de la antigua dársena como punto de acogida de visitantes al mar y como espacio principal de la bahía se convirtió en el primer objetivo. Congelar la memoria del lugar a través de la conservación de la singular forma de la dársena en el nuevo espacio público a construir, y crear un espacio de dinamización cultural, turística y comercial que fuera apto para la celebración de un amplio abanico de acontecimientos, fueron algunas de les bases de partida de esta intervención.Descripción
El proyecto para la conversión de la vasta explanada existente en el lugar de la antigua dársena en una gran plaza de bienvenida se concretó en la reconstrucción y geometrización de la forma original del vaso, de modo que el gran espacio oval, deprimido con relación a la cota de la avenida que enlaza la bahía con la ciudad, sirviera de transición entre los diferentes niveles del entorno inmediato.Por un lado, se construyó un suelo de hormigón reforzado de pendiente suave que baja hacia el mar y el muelle-paseo, que se acondicionó de nuevo cerca del agua. Con la eventual disposición de miles de palets modulares de madera de nogal tratada fijados a la base de hormigón para asegurar su estabilidad en caso de posibles inundaciones de la plaza, se consiguió una superficie resistente para diferentes actividades y al mismo tiempo fácil de desmontar para acontecimientos especiales o para realizar su mantenimiento. Bajo esta tarima de madera, las instalaciones y los servicios técnicos integrados en canalizaciones en la plataforma inferior son directamente accesibles para las operaciones de reparación.
A ambos lados de la plaza, unas escaleras permiten cruzarla ágilmente, al mismo tiempo que se convierten en gradas ocasionales o largos bancos para el descanso y la reunión. Al pie de estos flancos escalonados que participan del juego de pendientes de la base de hormigón se han dispuesto torres de iluminación de nueve metros de altura y un metro de diámetro que, como una columnata exenta, enfatizan la majestuosidad de la plaza y ayudan mentalmente a la reconstrucción geométrica del espacio al dramatizar su forma. Al sur de la plaza, un nuevo puente de acero en el cuello de la antigua dársena donde en otros tiempos se hallaban las viejas compuertas del muelle une las anteriores orillas este y oeste del frente litoral y mejora su accesibilidad general. Al norte, una torre-escultura de agua significa y puntúa el ingreso al nuevo espacio y al conjunto de nuevos recorridos por el puerto.
Valoración
Terraplenados el vaso y el muelle de un kilómetro de largo ya desde los años sesenta, y teniendo en cuenta el estado del lugar en el año 1992, el proyecto, aunque resulta difícil imaginarle otra forma, habría podido optar por concretarse al margen de las huellas de la antigua dársena. Por el contrario, la actuación realizada recupera unas huellas perfectamente leíbles y las hace aflorar, de modo que esta decisión primera se convierte en uno de los puntos fuertes del proyecto. El resultado es una plaza formalmente nacida de los usos y actividades previas, pero emparentada con magníficos ejemplos paradigmáticos de plazas ovales de la tradición arquitectónica.Las suaves pendientes de la base de hormigón y su color gris general, que la destaca de los demás elementos, parecen recrear el comportamiento fluido del agua, vieja presencia, señora del lugar. El proyecto, por último, supone un espacio ganado, diáfano y versátil, que inaugura conexiones antes inexistentes y nuevos recorridos, practicables por todo el mundo, en la bahía de Cardiff.
Mònica Oliveres i Guixer, arquitecta
[Última actualización: 02/05/2018]