Estado anterior
Durante la década de 1970, el derribo de una fábrica textil conocida como Can Mulà supuso la aparición de una gran explanada vacía en el centro de Mollet. Se trataba de un espacio rectangular de casi 2 hectáreas de extensión, con una topografía sensiblemente plana, delimitado por la calle de Burgos y la avenida de la Llibertat. Por su centralidad y buena comunicación, la explanada acogió durante años el mercado semanal de la ciudad que, a falta de un edificio permanente, desaparecía por completo cuando se recogían los puestos.Objeto de la intervención
No es habitual que a una ciudad consolidada se le presente una oportunidad como ésta de replantear de nuevo su centro histórico. El Ayuntamiento de Mollet del Vallès decidió aprovecharla en el año 1991, con la puesta en marcha de un proyecto de centro urbano multifuncional que incluía un mercado de abastos, viviendas, oficinas, comercios, aparcamientos y la nueva sede del consistorio.Descripción
Esta gran diversidad de usos y tipologías se conjuga formando una unidad urbana que se estructura en torno a un gran espacio público abierto y permeable al resto de la ciudad. El espacio público central queda delimitado por un mercado municipal, un gran bloque lineal mixto, la sede del Ayuntamiento y cuatro bloques de pisos. El nuevo mercado municipal cierra el complejo por el nordeste y se resuelve con una gran cubierta curva de 40 metros de luz que le da un carácter representativo y unitario, en correspondencia con la importancia de su función pública. Al lado noroeste, el bloque lineal mixto tiene una fachada que, con más de 100 metros de longitud y 12 plantas de altura, recorre la calle de Burgos. Su planta baja es permeable y comunica el espacio público central con el parque de Can Mulà, situado al otro lado de la calle. Además de viviendas, este edificio alberga las oficinas del nuevo ayuntamiento. El edificio más representativo de este ayuntamiento cierra el complejo por su lado sudoeste y se comunica con las oficinas a través de una conexión subterránea. Por último, el lado sudeste del complejo queda delimitado por cuatro bloques de pisos iguales, de nueve plantas de altura. Los bloques están separados respectivamente por intersticios de 20 metros de anchura que comunican el espacio central con el casco antiguo de la ciudad.El espacio central de la manzana está concebido como una miscelánea de arquitecturas a pequeña escala que guardan relaciones íntimas con los bajos de todos los edificios y descansan sobre una gran losa que cubre un centro comercial subterráneo. Estas pequeñas construcciones fragmentan el espacio público central, atenuando el impacto de los grandes edificios que lo rodean y dándole una escala próxima al peatón. Se trata de nueve edificios cúbicos aislados, de 8 metros de anchura, otros ocho de longitud y dos plantas de altura. Albergan usos comerciales y crean, en sus intersticios, una serie fluida de pequeños rincones que recuerdan a los espacios públicos de un casco antiguo.
Valoración
En Can Mulà se produce una intersección mágica entre dos escalas urbanas. Por un lado, las grandes dimensiones de los edificios que componen el complejo lo relacionan de forma contemporánea con el resto de la ciudad y lo dotan del peso específico que le corresponde. Por otro lado, el laberinto de espacios públicos interiores le confiere una escala humana propia de la ciudad mediterránea. Este carácter mediterráneo se ve reforzado por la densidad, la cohesión y la complejidad formal y funcional del complejo.Mònica Oliveres
[Última actualización: 14/04/2020]