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13 abril 2022

Esta es nuestra casa, si es que las casas son de alguien

Das ist unser Haus! | Burkhard Grießenauer, Daniel Kunle y Holger Lauinger | SEELAND Medienkooperative e.V. | Alemania, 2017 | 64' | Alemán

[German | 00:64:00]

Integrantes de Mietshäuser Syndikat, el sindicato de las casas de renta, explican el modelo de apropiación colectiva del espacio y presentan proyectos de acceso a la vivienda con planteamientos y contextos muy diferentes.

"«¡Esta es nuestra casa!» explica el modelo solidario de Mietshäuser Syndikat (syndikat.org), el sindicato de las casas de renta, con el que grupos económicamente débiles pueden acceder a una vivienda de propiedad común. La propiedad común, la autoorganización y la solidaridad son los valores que definen el Mietshäuser Syndikat. Una sociedad que reúne más de 160 proyectos de acceso a la vivienda de muy diversa índole, tanto en entornos urbanos como rurales.

A lo largo de la película, diversos integrantes del sindicato explican el modelo de apropiación colectiva del espacio y presentan proyectos con planteamientos y contextos muy diferentes. Desde villas unifamiliares reconvertidas en agrupaciones plurifamiliares hasta urbanizaciones rurales, pasando por centros culturales o espacios productivos.

La ciudad convertida en tablero de juego económico. La vivienda convertida en producto inmobiliario como bien de inversión que ofrece más seguridad e incluso mayor rendimiento que productos financieros más volátiles. La vivienda llega a ser un derecho de difícil acceso, como otros elementos esenciales para la vida y está sujeta a la fluctuación de los omnipresentes y omnipotentes mercados. Estos extraen rédito del esfuerzo colectivo que construye y proporciona valor a la ciudad donde se asientan esas viviendas. Parasitar lo público en beneficio de lo privado.

Esta pugna entre lo privado y lo público y la dificultad de acceso a la vivienda constituyen una constante en gran parte de las ciudades del planeta, pero no se trata de algo solo de nuestra época. Tampoco lo son las iniciativas para paliarla que se han ido sucediendo a lo largo de la historia, tanto autónomas como por parte del estado.

Das ist unser Haus! presenta una más de las posibles soluciones de acceso a la vivienda, introduciendo el vector de la propiedad comunitaria, a medio camino entre la privada y la pública. El Mietshäuser Syndikat retratado en el documental no pretende modificar las reglas del juego. Con un enfoque radicalmente pragmático, pretende jugar con las mismas reglas, pero con un objetivo totalmente diferente. El Mietshäuser Syndikat no rehúye el concepto de propiedad privada ni los mecanismos propios del sistema capitalista. Los utiliza y subvierte para despojarlo de su fin último, la mercantilización de cualquier tipo de bien o incluso de derecho. Elimina, de este modo, su valor de mercado y anula la posibilidad de convertirlo en un producto con el que comerciar y, sobre todo, especular

Para ello utiliza las herramientas propias del sistema, configurando una singular trama societaria. Propone la agrupación de dos sociedades. Una de ellas es el Sindicato, la otra es una sociedad de viviendas que desea adquirir y renovar un edificio para crear nuevas viviendas, o adquirir el edificio donde ya se vive. Ambas se constituyen como sociedades limitadas. El Sindicato actúa como socio inversor de la nueva sociedad reservándose el derecho a veto para evitar que la sociedad de vivienda decida en un futuro vender el edificio y obtener beneficio económico. Los fondos del Sindicato se generan a lo largo del tiempo, con una parte de los alquileres devengados por las sociedades de vivienda, cuando estos ya han amortizado la inversión inicial de compra y reforma.

La diferencia con otros fondos de inversión es que el objetivo del Sindicato no es el beneficio económico, sino el de proporcionar vivienda de calidad asequible para sus afiliados. Se pretende que estos tengan la tranquilidad de disponer de su vivienda a largo plazo y eviten en cualquier momento ser desahuciados debido a la venta del inmueble, una subida inasumible del alquiler o cualquier otro motivo.

Vivienda de calidad no es, en este caso, un epíteto gratuito. Desde que la vivienda pasó a ser uno de los principales focos de atención de los arquitectos, situarse fuera de los parámetros del mercado inmobiliario y su sistema de valores ha propiciado en muchas ocasiones soluciones social y espacialmente sobresalientes e incluso pioneras.

La revolución industrial produjo ejemplos relevantes de vivienda colectiva como el Familisterio de Guise,[1] en el que las condiciones de vida de los apartamentos eran muy superiores a otros similares de la época, acompañado de un planteamiento de participación empresarial. El periodo de entreguerras requirió la dedicación de las vanguardias europeas al tema de la vivienda, aportando soluciones al problema de la insalubridad y la escasez. Bajo el lema Grandes arquitectos para pequeñas viviendas, Adolf Loos dirigió la oficina de asentamientos de Viena, en la que, junto a nombres como el de Joseph Frank o Margaret Lihotsky[2] llevaría adelante proyectos de vivienda para paliar el importante déficit que sufría la ciudad. Desde entonces, la vivienda pública ha sido un laboratorio[3] para encontrar fórmulas innovadoras dentro de la distribución de estas y propiciar nuevas formas de habitar.

Las fórmulas alternativas de acceso a la vivienda y/o a la propiedad permiten llevar aún más lejos esa reformulación de habitar y generar desde lo colectivo propuestas habitacionales de enorme calidad arquitectónica.

Concebir la vivienda desde lo colectivo permite explorar las posibilidades espaciales más allá de la mera agregación de viviendas individuales. Equipamientos de servicios comunes, accesos y espacios interiores o exteriores que permitan y fomenten la socialización de los habitantes, habitaciones adicionales separadas de las unidades de vivienda, pero compartidas por estas, o locales destinados a la actividad productiva y/o comercial cooperativa son solo algunas de las posibilidades que ofrecen las viviendas concebidas desde la propiedad colectiva, «lujos» que no tienen necesariamente que financiarse con capital[4].

Si se puede concebir la vivienda desde lo colectivo con las ventajas que conlleva, podemos también concebir de manera colectiva la ciudad, el estado, el planeta.

Y es que tal vez no haya ni casas, ni ciudades, ni planetas de nadie.

 

[2]    Margarete Lihotsky no solo fue la primera mujer arquitecta de Austria, sino que es la creadora de la Cocina de Frankfurt, un sistema de cocina modular cuyas medidas y distribución están estudiadas para facilitar el trabajo y marcan la pauta para el diseño de las cocinas domésticas.

      Sigmund, Karl; Exact Thinking in Demented Times, New York, Basic Books, 2017. Capítulo 2, “A Tale of Two Thinkers”.

[3]    Massad, Fredy (29 Noviembre 2021)Entrevista con Peris + Toral Arquitectes. abcblogs.abc.es https://abcblogs.abc.es/viga-en-el-ojo/otros-temas/entrevista-a-peris-toral-arquitectes.html.

[4]    (21 Febrero 2021)La Borda nominada a los premios Mies 2022: http://www.laborda.coop/es/2021/02/21/la-borda-nominada-a-los-premios-mies-2022/.

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