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  • SELECCIÓN ARCHIVO 2014

Reforma de la plaza de Wilhelmina

Leeuwarden (Países Bajos), 2012

La inserción del nuevo Museo de Frisia y de tres manzanas de edificios residenciales entre medianeras y con pequeños comercios en planta baja reduce la superficie de una plaza demasiado extensa e inhóspita y la llenan de actividad cotidiana.

Estado anterior

La plaza de Wilhelmina era un espacio inhóspito y ventoso. Tenía una extensión demasiado amplia, vacía, y sus fachadas eran discontinuas y excesivamente bajas. Además, el vehículo privado tenía una presencia abusiva, no solo porque disfrutaba de tres carriles en cada uno de sus lados, sino también debido al aparcamiento construido en su subsuelo, que dificultaba la plantación de árboles en la superficie. Sin embargo, la vacuidad de su pavimento la hacía muy apta para acoger un importante mercado semanal de comestibles, así como varios eventos y ferias de concurrencia masiva.

Además, la plaza reunía varias condiciones que la hacían potencialmente más relevante en Zaailand, un barrio abundante en pequeños comercios y situado a medio camino de la estación de ferrocarril y el casco antiguo. Esta posición estratégica la posicionaba como candidata para acoger muchos de los actos al aire libre que Leeuwarden celebrará durante el año 2018, cuando está previsto que ostente la posición de Capital Europea de la Cultura. También contribuía a ello la presencia de edificios emblemáticos como la bolsa o los antiguos juzgados, palacio decimonónico de estilo neoclásico que preside el lado occidental de la plaza.

Objeto de la intervención

A partir del año 2006, se añadió a estas condiciones la voluntad de que la plaza acogiera la nueva sede del Museo de Frisia, región de la que Leeuwarden (Ljouwert, en frisón) es capital. Esta institución, creada a finales del siglo XIX por una fundación dedicada a la preservación de la cultura frisona, recibió una cuantiosa donación privada para trasladar su abundante colección de obras de arte y documentos históricos a un edificio situado en el lado oriental de la plaza Wilhelmina.

El ayuntamiento, que vio la creación del nuevo museo como una oportunidad para renovar la plaza y conferirle la centralidad que merecía, elaboró un plan urbanístico acompañado de un proceso de participación ciudadana. Pese a que el proyecto contemplaba la ampliación del aparcamiento subterráneo, también preveía la asimilación de la plaza a un área peatonal que se extendía por las calles comerciales de los alrededores. Con el fin de remediar el carácter inhóspito de la plaza, también se decidió reducir su superficie. A este efecto, se construyó en el lado septentrional un nuevo frente formado por tres manzanas de edificios residenciales entre medianeras con pequeños comercios en la planta baja. Se trata de densificar el tejido urbano para intensificar su actividad cotidiana sin renunciar a la capacidad de la plaza de acoger actos multitudinarios.

Descripción

El proyecto adoptado para la reforma de la plaza de Wilhelmina es fruto de las demandas recogidas en una consulta ciudadana realizada a través de la red. La presentación pública de tres maquetas sirvió para explicar a la población sendas soluciones alternativas y recoger los aspectos que contaban con un apoyo más amplio. También se creó un comité de expertos y afectados que realizaba un seguimiento periódico de la evolución del proyecto.

Una de las principales conclusiones de este proceso participativo fue que la gente quería árboles, a pesar de la dificultad técnica que ello suponía, dado que la plaza es la cubierta de un aparcamiento. Para responder a esta demanda, se dispusieron sobre el pavimento diez parterres elevados donde están plantados sendos árboles de diversos tallos. Cada parterre, de dos por cinco metros, está revestido con latas de madera y ofrece bancos para sentarse en su perímetro.

El pavimento dibuja en el centro de la plaza una alfombra rectangular que define un ámbito de menor escala. Está hecho a base de tres tipos de piezas largas y estrechas con diferentes tonalidades de granito. Hay incrustados dispositivos LED, así como canelones de drenaje y surtidores que alimentan una lámina de agua situada en el centro de la alfombra.

Valoración

La reforma de la plaza de Wilhelmina terminaba en septiembre de 2012. Aún faltaba un año para la inauguración del esperado Museo de Frisia, detonante de toda la intervención, pero el espacio se llenó de vida en seguida. Desde el primer momento, los peatones tomaron la superficie que se le había conquistado al coche —aunque este recibiera una dudosa contrapartida con la ampliación del aparcamiento subterráneo—. Las terrazas de los cafés se llenaban en cuanto hacía buen tiempo, el mercado semanal funcionaba como nunca y se celebraron con éxito varios eventos multitudinarios.

En este éxito inmediato hay una lección para las ciudades que, al regenerar sus tejidos urbanos, confían solamente en el espacio público y los grandes equipamientos. El espacio público funciona cuando es escaso, cuando es extraordinario. Por eso, también hay que pensar en la vivienda y el comercio que lo deben llenar de vida. En la plaza de Wilhelmina, la construcción de edificios residenciales, entre medianeras y con pequeños comercios en la planta baja, supuso una fértil reducción de la excesiva superficie libre. La densidad trae intensidad.


David Bravo
Traducción de Maria Llopis

[Última actualización: 18/06/2018]

Ficha técnica

CIUDAD: Leeuwarden
PAÍS: Países Bajos
INICIO DEL PROYECTO: 2006
INICIO DE LAS OBRAS: 2011
FINAL DE LAS OBRAS: 2012
DIRECCIÓN DE OBRA: Municipality of Leeuwarden
CONSTRUCTORA: DVJ
SUPERFICIE: 7.800 m²
COSTE: 4.100.000 €

Créditos

PROMOTOR:
Gemeente Leeuwarden

AUTORES:
hosper

COLABORADORES:
Mark van der Heide, Hanneke Kijne, Marike Oudijk, Petrouschka Thumann, Han Konings, SmitsRinsma, Het LUXlab, Enexis, Rots Maatwerk, IPV Delft, Falco BV, V.d. Berk, Bert Bandringa, DVJ.

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